Antonio Matamoros Miranda (Oliva de la Frontera, Badajoz, 1948) fue uno de los 13 legionarios de la Brigada Paracaidista Roger de Flor que falleció en los llanos de Tefía, hace ahora 39 años, durante el desarrollo de las maniobras denominadas Operación Maxorata 72. Ayer debía cumplir años y curiosamente, fue la misma fecha en que fue enterrado en el cementerio de su pueblo.

La familia Matamoros no puede olvidar aquella tragedia a pesar de haber transcurrido tantos años. Su hermana Antonia, ejemplo de valor y entrega, narra a LA PROVINCIA/DLP desde su domicilio en Málaga que lleva años tratando de averiguar las causas de la muerte de los militares en Fuerteventura: "Mis padres murieron con esa pena, aunque la verdad es que nunca pudieron superar la muerte de Antonio". Además, recuerda cuando el mismo día del accidente llegó al pueblo de Oliva de la Frontera el cartero con dos telegramas remitidos por el Ejército. "En uno ponía que estaba herido y en el otro que había muerto. Se montaron una verdadera película porque nunca nos dijeron la verdad", recuerda. A los cuatro días del accidente trasladaron el cuerpo del paracaidista hasta el pueblo natal, donde recibió sepultura.

Antonia, que tenía 14 años cuando murió su hermano, siempre mostró su inquietud "por conocer la verdad". Por ello, ha tratado de contactar con los supervivientes de aquella trágica jornada y a través de Internet ha logrado su objetivo. "Todos con los que he hablado coinciden en que los jefes los obligaron a lanzarse del avión a pesar del fuerte viento que soplaba". También, añade que "les dijeron que había que saltar porque eran unas maniobras muy importantes, que había muchos altos mandos siguiendo las mismas".

La hermana del soldado fallecido todavía se emociona cuando recuerda cómo su madre, María, se negó después de muerto a ver las fotos de mi hermano. El impacto fue tan brutal que decía que no quería seguir viviendo y apenas comía. Un día en el campo se despidió de una vecina y murió".

Sobrino canario

Antonio Matamoros realizó el servicio militar en la Brigada Paracaidista, cuyo cuartel se encontraba en Las Rehoyas. Durante su estancia en Las Palmas de Gran Canaria conoció a una joven canaria con la que mantuvo durante meses una relación sentimental y, al parecer, quedó embarazada. "Eso me lo ha contado algunos compañeros que me dijeron que mi hermano tenía una novia en Las Palmas y que se había quedado embarazada de mi Antonio", afirmó la hermana del paracaidista fallecido en Tefía. "Ese niño o niña podría tener ahora en torno a los 40 años y cuánta ilusión me haría poder encontrarlo porque lleva nuestra sangre. Sabemos que es muy difícil pero no imposible. Quién sabe", añade.

Ayer, en la casa de Antonia había una vela encendida desde primera hora de la mañana. La luz estaba colocada junto a una fotografía del paracaidista muerto en Tefía. Era el homenaje de una hermana hacia un ser querido que dejó su vida en el Ejército. "La enciendo los días de su santo, cumpleaños o en el aniversario de su muerte". Antonia también tuvo tiempo para escribirle un poema: "Te fuiste de este mundo sin decir adiós a tus seres queridos, dejando un vacío inmenso en el corazón de muchas personas. Hoy, desde donde estés, sé que el cielo es tu morada eterna..."