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Puerto del Rosario

Los Molinos, guarida de marineros

La costa situada al oeste de Puerto del Rosario se masifica en verano para disfrutar de sus piscinas naturales y su playita

El Restaurante Casa Pon. GABRIEL FUSELLI

1901, ésta es la fecha en que se conoce que ya residían personas en el pueblo costero. Se trataba del pescador Ambrosio Santana. Décadas después y a pesar de el constante flujo de turistas en el poblado, sus orígenes como asentamiento pesquero aun pueden intuirse en los humildes casuchos blancos de puertas azules y la pasión por el mar de los jóvenes nativos.

Una veintena de casas, dos restaurantes y una plaza. En dimensiones Los Molinos podría clasificarse como un pueblo pequeño, pero su riqueza natural lo alza como un tesoro majorero. Con una playa de arena blanca en verano y callaos y arena negra en invierno, piscinas y cuevas naturales, es puerta al barrando de Las Parcelas y comunica por una maltrecho camino con toda la costa norte.

En las últimas fechas el Puertito de Los Molinos se ha convertido en una de las playas predilectas de los residentes en Puerto del Rosario. "Desgraciadamente se está poniendo de moda, antes solo estábamos los del pueblo. Algunas personas que llegan destrozan la riqueza de la playa, sé que otras no y ellas tienen derecho a disfrutarla", comenta Javier Monserrat, quien con 23 años ha pasado cada uno de sus veranos y buena parte de sus inviernos en el núcleo marino.

"Mis mejores recuerdos están aquí, en mi niñez, cuando el pueblo se llenaba de chiquillos y jugaba al mapa. También yendo a pescar con los marineros", confiesa.

Purificación Fernández, natural del caserío, vive largos periodos en el enclave costero. Puri ha sido testigo privilegiada de l tiempo pretérito de Los Molinos. "La gente bajaba en burro bordeando la costa norte desde El Cotillo.. Antes éramos pocos", recalca.

"Me paro a mirar delante de la escalera a la playa y esto me parece Las Canteras, cualquier día me roban las cholas", bromea Javier sobre la reciente masificación que sufre la playa en el período estival.

Aunque los más jóvenes ni siquiera se aventuran a adivinar las picardías que allí, en el puertito, tenían lugar. "Hace años, cuando esto era el refugio de pescadores de Cotillo y Lanzarote las cuevas eran lugar de reunión. Los marineros se ponían allá donde no alcanza el nivel del mar y jugaban grandes cantidades de dinero a la virá' pa' arriba, escondidos por miedo a la guardia civil", cuenta Sotero Rodríguez, quien gestiona el Restaurante 'Casa Pon' -apodo por el que es conocido- en Los Molinos.

Su local, a diferencia de lo que muchos piensan, no fue el primero en prestar servicios de hostelería. "Había una tiendita hace ya muchos años que vendía leche, aceite y ron. Recuerdo también que María, hija del marinero Nazario González, del Cotillo, abrió un pequeño barcito bastante antes de yo tener el mío", comenta este hombre de 50 años.

Si hay algo que tiene en común los habituales de Los Molinos es el vínculo profundo que han creado con sus paisajes y contornos. "Adoro cuando al sol lo tapa el Pajerito, las cuevas en septiembre o la rica vida marina", expresa el joven Javier, enamorado de la playa que lo vio crecer. Y pregunta "¿A quién no le gusta el paraíso?" Esa costa que salvaje a un tiempo y alentadora a otro baila con todos, pero no se casa con nadie.

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