La sismicidad que ha azotado a Fuerteventura en las últimas semanas ha provocado una preocupación entre los vecinos, principalmente a los que residen en la costa oeste de la isla. Los residentes han reclamado información a las instituciones majoreras que hasta el momento no han dado respuesta.

Ha sido el Instituto Geográfico Nacional (IGN) quien ha aclarado la situación sísmica que se ha generado en la isla en tan solo quince días. El IGN considera que los dos terremotos de magnitud 3,3 que se han producido en la costa del norte de Fuerteventura, ambos sentidos por la población, se deben a un proceso de asentamiento de la isla.

La Red Sísmica Nacional, según informa Efe, ha detectado este mes dos seísmos de magnitud 3,3 en la escala de Richter con epicentro en el mar frente a El Cotillo: uno el día 10, con foco a 11 kilómetros de profundidad, y otro el pasado domingo, a 12 kilómetros de profundidad.

Un portavoz del Centro Geofísico del IGN en Canarias ha explicado que esos dos movimientos se encuentran dentro de los parámetros esperados para la zona, aunque su magnitud haya sido algo mayor que en ocasiones anteriores. No obstante, también ha recordado que en 1998 se registró en la isla majorera un seísmo de magnitud 4,3.

El IGN no observa en este caso indicios que apunten a una posible actividad volcánica, sino que estima que se trata de terremotos provocados por el asentamiento natural de la isla, en un fenómeno que también se ha observado en otras ocasiones en Tenerife.

Las islas Canarias, ha recordado este portavoz, son edificios volcánicos de enorme tamaño, cuyo peso provoca regularmente este tipo de movimientos sobre la corteza terrestre.

Las mismas fuentes del IGN apuntan que Fuerteventura está considerada como la más antigua de las Canarias. Comenzó a formarse bajo el océano hace unos 70 millones de años y emergió como isla hace unos 17 millones de años.

Los vecinos de El Cotillo han sido testigos directos de la mayor parte de los seismos que se registran en la isla, no en vano a escasa distancia de su litoral se localizan los epicentros de donde emergen los temblores. Y junto a ellos, los residentes de las poblaciones habitadas de la costa oeste, desde El Cotillo hasta La Pared ya se han familiarizado con los movimientos sísmicos. También, otras poblaciones cercanas, como Tindaya, Las Parcelas, Aguas Verdes, Betancuria o Ajuy, sienten con frecuencia los mínimos temblores de tierra que continúan preocupando a la población.

Tanto el 10 de enero como el pasado domingo, la isla volvió a registrar sendos terremotos que fueron sentidos por los vecinos. El primero con una magnitud de 3.5 en la escala de Richter, y el segundo de 3.3. Eso si, el epicentro de ambos de localizaron frente a la costa de El Cotillo, de ahí la preocupación de sus vecinos que percibieron el movimiento y observaron atónitos como algunos cristales y objetos se movieron.

Uno de los episodios de terremotos que recuerdan los majoreros, al menos de boca de sus antepasados, fue el terremoto ocurrido en 1915, también en la costa oeste de la isla. En aquella ocasión la magnitud fue de 4.4 y causó grietas y daños a la iglesia Nuestra Señora de Regla, en el pueblo sureño de Pájara. También, algunas viviendas construidas de piedra y barro sufrieron las consecuencias del seísmo y algunas se desplomaron.