La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Lo mío es amor por el barro"

Juana María Montelongo, la alfarera de Tindaya, crea piezas únicas tras investigar la cerámica aborigen

La artesana, Juana María Montelongo Reyes (Tindaya, 1951) ha sido en el último medio siglo la embajadora de la alfarería majorera. Actualmente retirada de este oficio guarda en su taller piezas únicas, tofios y vasijas que llama erizos o cuatro rayas. Obras de arte que acaricia con suavidad porque cada una encierra una historia y transmite su pasión por la tierra. "Lo mío es amor por el barro" dice. Sus herramientas han sido sus manos y navajas y piedras para tallar la cerámica. Ahora ya sólo trabajo la palma que fue mi primer contacto con la artesanía cuando era niña" confiesa Juana. "En mi familia se repartían las tareas uno la palma, otro madera, las mujeres calaban "y a mi me gustaba observar y hacer arte con mis manos" afirma.

Mientras el grano se trillaba en la era -recuerda- "me ponía un manojito de palma bajo el brazo y salían los cestos y sombreros". Realmente los oficios estaban vinculados a las necesidades del campo "y todo estaba por hacer", explica la artesana. Rodeada de sus tías, madre y abuela aprendió a calar y a tejer pero siempre le encantó el barro. "Ya casada y con mis tres hijos quise aprender a urdir el barro y especializarme. Aprendió con Fefita que todavía acude con ilusión a la feria, la abuela Salomé de Betancuria y con el Premio 2016, Silverio López. "Fuimos una generación a los que nos fascinó la técnica y nuestros oficios", rememora Montelongo, la alfarera trashumante. La arcilla se conseguía en La Matilla y en Morro Velosa, Betancuria, "algo que era secreto".

La artesana combinó su labor en casa con la de maestra e impartió cursos en la ermita de La Oliva y en toda Fuerteventura. Durante años pasaba las horas del taller a la cocina, estudió la cerámica aborigen y sus grabados, que supo reproducir con acierto para elaborar la pieza más bonita y exclusiva. "Un trabajo muy sacrificado que culminaba con las piezas en el horno, al fuego y con el secado al aire libre". "Siempre acudía a las ferias en las islas y la gente me felicitaba por mi obra", cuenta con nostalgia.

Compartir el artículo

stats