Caideros, muchos caideros y un profundo verde. Vegetación de todo tipo, incluso de la que sorprende ver aún hoy en día. El increíble barranco de Los Cernícalos se encuentra tan sólo a una decena de kilómetros de la ciudad de Telde, en la carretera que une el barrio de Lomo Magullo y Valsequillo.

Allí en el barranco se concentran infinitas especies endémicas, muchas de ellas casi olvidadas, como la bicacarera de flor campaniforme, el tajinaste azul o la estrellada malva de risco. La sensación de estar en un parque temático rodeado de animales y animales es segura.

Llegar hasta el lugar resulta bastante fácil, desde Las Palmas puede coger la GC-1 hasta Telde y una vez allí seguir por la GC-132 hasta Los Arenales, donde se encuentra la entrada al barranco. Desde el sur a Telde, es necesario coger la autopista GC-1 igualmente.

Una vez en las llanuras del barranco, habrá que tener cuidado de no enredarse en la salvaje flora que puede llegar a brotar de tierras profundas. Pronto encontrará un riachuelillo, convertido en acequia en algunos tramos, que al seguir le hará descubrir varias cascadas capaces de quitarle el hipo hasta al voluminoso King Kong.

Antes de adentrarse entre sauces, pinos y miles de flores y cactus que habrá que sortear, encontrará un llano dispuesto como merendero, donde puede tomar un tentempié y asentar el estómago para evitar soponcios alejados de la civilización.

Después de caminar al rededor de tres cuartos de hora -indispensable alguna que otra botellita de agua, y por supuesto, una toalla-, el primero de los caideros, algo vergonzoso ya que allí escondido entre la maleza, se dejará vislumbrar. Puede parecer algo escuálido, pero cuidado que en el centro no se hace apenas pie. Avisado va que el primer chapuzón no se resistirá mucho más allá.

Una vez fresquitos, hay que emprender de nuevo el camino por las profundidades del barranco. Y el regalo por la pateada será el deleite de la maravilla natural que duerme en el centro de la isla. Una cascada con dos impresionantes caídas y un lago muy vistoso.

El frondoso barranco de Los Cernícalos de creerse en el Amazonas, alejado de todo tipo de estrés, como si se estuviera al otro lado del mundo disfrutando de unas inolvidables y caras, muy caras, vacaciones, y todo a un precio espectacular...

Este inmejorable cauce, que gracias quizá a una fuerza sobrenatural aún sigue virgen, ofrece a sus visitantes la calma y el tan deseado silencio del campo, y además, el goce de bañarse y refrescarse en el agua, que además es dulce y deja el pelo y la piel suave como la seda. Y todo sin salir de casa.