El mesón Viuda de Franco, que deja paso ahora a un moderno centro comercial, fue sin duda un negocio pionero de la hostelería en el sur de Gran Canaria. Carmen Afonso, viuda de Pedro Franco, se convirtió casi sin saberlo en una de las protagonistas del arranque del turismo en San Bartolomé de Tirajana.

Por su cocina han pasado desde los primeros turistas que descubrieron Playa del Inglés o Maspalomas a camioneros, técnicos de la construcción que dirigían las obras de los primeros hoteles y apartamentos, artistas de cine y hasta políticos como Santiago Carrillo, que parece que quiso evitar la visita por entender que el nombre del establecimiento tenía algo que ver con el dictador.

Primero en el mesón Casa Franco, allá por finales de los años 50, con su marido, y después con la ayuda de sus 12 hijos desde el restaurante Viuda de Franco, que abre en 1973, esta mujer vivió con cierto asombro la transformación del Sur.

Tras presenciar cómo sobre aquellos extensos eriales de San Bartolomé de Tirajana se levantaban modernas edificaciones para albergar turistas, nunca pensó en que Maspalomas y Playa del Inglés llegaran a atraer a tantos visitantes del norte de Europa.

Precisamente, el establecimiento que esta semana ha quedado derruido lo abrió el matrimonio Franco una vez que la familia del Conde de la Vega Grande les dijo que debían abandonar el mesón donde ahora se levanta el edificio Los Molinos porque iba a ser derribado.

En los inicios la fonda era el sitio de paso de trabajadores de la aparcería, la construcción, camioneros e incluso personas de la capital que pasaban a tomar un bocadillo y una cerveza antes o después de ir a la playa. Como explica Pedro Franco, miembro del departamento de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, los obreros comían lo que llevaban en las fiambreras.

Después fue descubierto por los primeros turistas que llegaban al Sur con un tentempié que les daban en el hotel donde se alojaban en la capital grancanaria y a quienes los taxistas les recomendaban el local para tomar un café de regreso.

También fue parada obligada de todos los grancanarios que acudían en familia a pasar una jornada en el Sur tras un largo trayecto en coche, un viaje que se soportaba mejor que si se realizaba en guagua.

El trabajo de esta mujer y su restaurante no desaparece con el derrumbe del local, puesto que la rotonda que conecta San Fernando con Playa del Inglés lleva su nombre. El cruce de la Viuda de Franco la mantendrá en el día a día y el recuerdo de los grancanarios.