Montaña Alta de Guía agasajó ayer con unos 350 kilos de queso, de flor y media flor, a las miles de personas que se acercaron desde bien temprano a este pago de las Medianías. Pese a que la sequía ha provocado una reducción de la producción quesera, ya que el ganado ha tenido este invierno menos pastos, los ganaderos sacaron sus mejores producciones a la calle para dejar un año más bien claro a los que acudieron a la fiesta del queso de Montaña Alta que en Guía se producen verdaderos manjares con la leche. Algunos como Raimundo Bolaños se movían de un lado para otro con un queso del que sacaba lascas a los visitantes, mientras que otros como Graciliano García llevaban desde el alba troceando piezas en bandejas.

Pero esta celebración no gira solo en torno al queso. En tanto, que se ideó en la década de los setenta para rendir un homenaje a los hombres y mujeres que trabajan la tierra, también se podía comer potaje de jaramagos, sancocho, papas arrugadas, y de postre torrijas con miel y arroz con leche. Eso sí, había que madrugar porque a las doce en punto comenzó a salir el sancocho de los calderos y a las dos de la tarde casi se terminaron los 1.250 kilos elaborados por los vecinos. Santiago Santana, su hija Vanesa y su pareja, Marisol Milano, procedentes de Arucas, fueron de los que llegaron a tiempo y anunciaban incluso ir a por el potaje de segundo, plato que tardó algo más en agotarse. También Margarita Jiménez y su hermana Azucena, de Guía, daban fe de lo exquisito que estaba el potaje, al tiempo que apuntaban cómo la crisis ha hecho subir el precio de un euro a dos euros estos platos. Con todo, añadieron que llevan años acudiendo a esta fiesta porque se pasan "un buen rato".

La atracción de esta fiesta es tal que para llegar ayer al casco de Montaña Alta había que llegar bien temprano. Después de las once de la mañana las familias se vieron obligadas a dejar el coche a unos kilómetros y completaban el camino a pie.

"El tiempo está a pedir de boca" comentaba Juan González, que junto a María Corina García y Antonio Díaz llevaban horas amasando pellas de gofio a las puerta del molino de millo. Tras una ligera lluvia, el ambiente era fresco, envuelto en niebla, y se mantuvo hasta el mediodía que descubrió el sol.

Estampas de tradición

Junto a esta estampa de tradición, la pequeña Laura Cuadrado, de nueve años, tostaba el millo, labor que aprendió de su abuela Milagrosa. Y un poco más arriba se realizaba una deshojada de piñas. Inés Mendoza, de Guía, que pelaba las piñas, contaba cómo de pequeña estas tareas se hacían entre los vecinos, mientras que Nazaria Delgado las desgranaba. Así, Montaña Alta se convirtió en una exposición de productos y tradiciones del campo.

Un testimonio de cómo el ganado y la producción quesera siguen siendo una forma de vida en las Medianías lo aportó el matrimonio formado por Félix Medina y Francisca Moreno, de los altos de Moya, acogidos a la denominación de origen. "Llevamos más de treinta años haciendo quesos, pero este año se ha notado mucho la falta de lluvia y ha habido que gastar más en piensos", comentaba Félix Medina momentos antes de ser homenajeado junto a su mujer en la plaza de este pago. El alcalde de Guía, Pedro Rodríguez, aprovechó en este acto al que asistió también el consejero de Agricultura del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Álamo, para destacar el esfuerzo que hacen los ganaderos de las Medianías para mantener en estos tiempos al ganado y seguir con la produccción.