El edificio Mercurio de Playa del Inglés nació para albergar las oficinas de las nuevas empresas que llegaban a San Bartolomé de Tirajana atraídas por el despertar del turismo. La sociedad Maspalomas Costa Canaria tuvo claro, a finales de los años setenta, cuando cogía ritmo la urbanización turística de San Agustín y Playa del Inglés, que había que habilitar locales para que pudieran instalarse las empresas de construcción, los operadores turísticos, la banca y hasta los servicios de correos, agua y luz. Con esta consigna diseñó el edificio el arquitecto Juan Manuel Delgado Bethencourt, que optó por levantar en 1971 en la avenida de Tirajana dos torres iguales, con menos pretensiones en altura que las de Nueva York, ya que se quedó en siete plantas. Pero, de la misma forma que las de Manhattan, se convirtieron en el centro económico y financiero del Sur. La demanda de un espacio fue tal, que se llegó a pagar "cualquier precio" por el alquiler de una oficina, según explica Cristóbal García Lisón, farmacéutico. En 1975 su madre, Pilar Martín, trasladó la farmacia del poblado de San Fernando y desde entonces el despacho de fármacos ha sido testigo de las distintas etapas del sector turístico. Recuerda que su madre pagó "unas seiscientas mil pesetas por la farmacia y una plaza de garaje" , y también que "los domingos se formaban hasta cuatro filas de gente de la capital". García Lisón añade que mientras en los años 70 y 80 el precio del alquiler lo fijaba el propietario, ahora hay algunas oficinas vacías porque existe mucha más oferta, y de hecho muchos se fueron al centro comercial Prisma.

En estos cuarenta y dos años han cambiado casi todos los inquilinos de estas torres, que suman 140 oficinas, 70 por torre, además de 10 locales. En la primera etapa hubo un claro dominio de los operadores turísticos. Cyrasa, Vingresor, Ultramar, Neckermann, Viajes Meliá o Viajes Paukner, entre otros, tenían su centro de operaciones en este edificio. Los cambios de manos en el negocio turístico han hecho desaparecer a muchos de estos operadores, que han dejado paso a abogados, asesores fiscales y contables, notarios, médicos, seguros, inmobiliarias, una autoescuela, el cónsul de Costa Rica y hasta clínicas dentales. Basta echar una vista al directorio de la entrada de cada torre para comprobar que el edificio Mercurio se ha transformado en un centro de asesoría jurídica y comercial, si bien en los locales de la planta baja se mantienen los bancos, correos, una cafetería, un bingo y la oficina de la empresa concesionaria del agua en San Bartolomé de Tirajana. El bingo fue antes la sala de fiestas Las Brujas y la primera cafetería fue la de Molina.

Agustín García, encargado de mantenimiento del edificio Mercurio, se conoce de memoria dónde está ubicado cada despacho de abogados, notaría o consulta médica. Ubica sin titubeos cada notario o abogado en su torre y en su planta. Recuerda que hasta se instaló el primer instituto de bachillerato del Sur, que era una división del instituto de Agüimes. También comenta que donde se alojó la comisaría de la Policía Nacional hoy están un abogado y un dentista. Además, explica que se han acometido numerosas renovaciones en estos más de cuarenta años sobre todo en las entradas a cada una de las torres y en las zonas de aparcamientos.

Y si hay alguien que puede presumir de llevar en el Mercurio desde los inicios es Sebastián Zerpa, gerente de Elmasa Tecnología del Agua, empresa propiedad de la familia Del Castillo, que gestiona las desaladoras y pozos de San Bartolomé de Tirajana. En su caso recuerda que cuando empezó a trabajar en el Sur las oficinas de esta empresa estaban en unos barracones en el barranco de Maspalomas. Acababan de construirse los apartamentos Los Caracoles y Nueva Suecia en San Agustín, y se empezaba a levantar el hotel Folías. Desde la construcción de este edificio Elmasa ocupa toda la planta quinta de la torre dos. "Fue una época muy buena porque los operadores turísticos firmaban contratos que les comprometían a llenar los complejos y si no lo lograban pagaban, pero hoy es al revés, pues van detrás de los operadores", sentencia. También señala que el primer presidente de la comunidad de propietarios fue el notario Vicente Rojas, ya fallecido.

El también notario José Chafer Rudilla llegó en 1992 a este inmueble. Prueba de que le han ido bien las cosas es que empezó con un habitáculo de cien metros y ya dispone de un renovado despacho de 360 metros cuadrados donde trabajan siete personas. Este fedatario público ha participado en las operaciones de compra de muchos centros comerciales como el Varadero, el Oasis Beach, el Ronda y Meloneras. Destaca que al poco de llegar fue testigo de la primera crisis aunque entiende que la actual es mucho más profunda. "En el Sur han bajado los precios de locales y es momento de comprar, otra cosas es que los bancos no dan créditos", remarca. Esta y otras historias hablan del edificio Mercurio.