Los hombros, los pies, así como quitarle la suciedad acumulada a lo largo de los siglos, han sido alguna de las operaciones a las que se ha sometido al Niño del Facistol -una talla ubicada en la basílica de San Juan de Telde- para "paralizar los deterioros y devolver, en la medida de lo posible, la unidad estética y estructural de la obra", según la memoria del proyecto de restauración elaborada por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultura del Cabildo de Gran Canaria, que dirige Larry Álvarez.

Su calidad artística, de incalculable valor, ha justificado la recuperación de la belleza de esta talla del Niño Jesús, conocida por el atril en el que se asienta, datada en el siglo XVII y ubicada en la sacristía del camarín de la Virgen del Rosario. La intervención, realizada por la restauradora Beatriz Galán, ha costado 2.140 euros al gobierno insular, que pretendía con ella atajar los daños provocados por xilófagos y el paso del tiempo, incluidos desprendimientos de soporte en algunas partes de la pieza y pérdidas de pintura, tanto en la capa de preparación como en la policromía.

Para ello, tuvieron que reponerse algunas partes de la figura como algunos dedos de pie y mano izquierda y se rellenaron huecos que el Niño del Facistol presentaba en los hombros, para asegurar su estabilidad, garante de unos cuantos siglos más de vida. También tuvo que sustituirse la peana original sobre la que se sustentaba, por su desgaste. Lo único que ha permanecido prácticamente intacto al bisturí del restaurador en la imagen ha sido su pintura. Tan solo se han eliminado alguno de los repintes puntuales en brazos y piernas y se han corregido pérdidas de color que mostraban algunas zonas. Finalmente, la labor de limpieza ha hecho de este Niño Jesús una obra que luce como si estuviese recién esculpida.