El obispo le ordena sacerdote el sábado, ¿cuáles son sus aspiraciones?

Me siento llamado a ser párroco, animador de comunidades, a vivir con la gente y que esta se encuentre con Jesús. La Iglesia de hoy tiene que ser acogedora y hacer que las personas se sientan queridas y acompañadas, sin que la Iglesia sea un lugar extraño para ellos.

¿De dónde viene su vocación al sacerdocio?

Mi familia y la parroquia fueron los pilares en los que nació mi vocación. En mi caso esto ha sido un regalo porque hay vocaciones que no salen adelante porque las familias se oponen, pero yo siempre he estado muy acompañado y apoyado. Ellos han estado cerca, sobre todo porque cuando lo ven a uno feliz ellos también lo están. No obstante, la iniciativa de toda vocación depende de Dios.

¿Qué cree que le puede aportar a su diócesis?

Lo máximo que puedo aportar yo a mi diócesis es el regalo que me hace la Iglesia y el Señor que es el ministerio sacerdotal, viviendo como pastor y servidor de mis hermanos. Y por supuesto, siendo cura tienes que cuidar siempre el tema del estudio, porque sino te quedas atrás. Tienes que estar continuamente actualizándote, ya que sobre todo vas a estar hablándole a la gente. Ya Juan Pablo II lo decía: "en una mano el breviario y en la otra el periódico". Hay que saber llegar a la gente, rezar y hablar de la realidad existente.

Corren tiempos difíciles de crisis ¿está la altura de las circunstancias la Iglesia?

La Iglesia nunca ha escurrido el bulto en temas sociales. Las parroquias son los primeros centros que están atendiendo familias y personas en paro y no lo hacen para tener protagonismo. Lo que le interesa a la Iglesia son los pobres porque son ellos los preferidos de Jesús y es por eso que las parroquias están dando el callo en cuestión de sacar adelante a esta gente. Tú a lo mejor puedes ir al ayuntamiento y son trámites, mientras que la Iglesia te da una ayuda inmediata.

¿También los obispos y los cardenales?

En la Iglesia cada uno tiene su labor. Los párrocos realizan fabulosamente la tarea de llegar a los pobres y a los más débiles. En cuanto a los que están más arriba, ellos también hacen su labor importante: están más dedicados a la reflexión, a intentar dar luces desde la razón y a lo mejor no tienen esa posibilidad de vivir la cercanía de una parroquia. En la Iglesia hay que atender muchos aspectos y lo importante es el testimonio.

¿Piensa que todo el mundo tiene cabida dentro de la Iglesia?

La Iglesia ciertamente acoge a todos y acoge todas las realidades. Solo hay que leer los Evangelios y ver cómo Jesús aceptaba a todos. Ahora, que haya algún caso de algún sacerdote que no lo haga, no está haciendo lo debido. No podemos dejar a nadie fuera.

Tal vez sea necesario un poco de aire fresco en su seno...

Lo principal en la Iglesia es el Evangelio. Jesucristo es la fuente y su mensaje no se puede rebajar. La Iglesia en cuestiones actuales no puede decir que todo vale. Sin embargo, es verdad que en algunas cosas tiene que ir cambiando y actualizarse, pero es que la Iglesia se va haciendo con el tiempo.

De los jóvenes de hoy depende el futuro, también el de la Iglesia...

La juventud para la Iglesia hoy es un reto. Tanto es así que la Iglesia ahora está ocupada y preocupada. A nadie se nos esconde que los jóvenes están fuera, no están en la parroquia y por lo tanto hay que hacer un esfuerzo grande para atraerlos, porque como bien dices son el futuro y la Iglesia les necesita. La cosa es cómo atraerlos.

¿Qué les diría a esos jóvenes que están luchando por sus derechos en materia de educación?

Sobre todo que no se desanimen porque tienen que tener confianza en ellos mismos y en que las cosas pueden cambiar y si tienen que manifestarse, que lo hagan. No se puede recortar en educación porque es algo prioritario. Que no caigan en la desesperación e intenten buscar apoyo en sus parroquias y que pidan lo que es de ellos: derecho a estudiar su carrera y tener una educación digna.

"