El cemento y el ladrillo se las volvieron a ver ayer con el movimiento ecologista y uno de sus más significados miembros en la isla, Honorio Galindo. Más de 20 años después del célebre encadenamiento a los laureles de indias de la plaza de San Juan, el presidente del grupo Turcón decidió encaramarse este martes a una palmera de más de 20 metros de alto situada en el barrio de San Juan para evitar su tala legal, autorizada a la empresa Preconte tanto por parte del Ayuntamiento de Telde como por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias.

El propietario de la compañía había solicitado la retirada del ejemplar dado que, aunque este se alza sobre suelo de titularidad pública, entorpecía la futura construcción de 26 viviendas de protección oficial en un solar anexo que es de su propiedad. Pero los técnicos no le dieron a José Manuel Gutiérrez Galindo, administrador de Preconte, otra opción más que la tala y a ello se iban a aplicar los obreros designados a tal efecto hasta que sobre las nueve de la mañana de ayer se personó en el lugar de los hechos otro Galindo, de nombre Honorio, dispuesto a impedir el troceo del majestuoso ejemplar, con casi un siglo de vida, y el posterior traslado de sus restos a un vertedero.

El activista, que años atrás también trepó a otro ejemplar del palmeral de Maspalomas para impedir su corte y fue sancionado por el juzgado con una multa de 16.000 de las antiguas pesetas y se plantó delante de un tractor en la tala de pinos marinos de Melenara en 2005, se aferró con uñas y dientes al tronco de la palmera sanjuanera, en la que, eso sí, no pudo evitar la poda íntegra de toda su copa.

La Policía Local se personó en el lugar de los hechos y le invitó a bajarse, pero Galindo se mantuvo firme a casi dos metros de altura, apoyando sus pies descalzos sobre el tronco mientras la grúa mantenía su brazo desplegado. Los agentes le identificaron y poco más pudieron hacer: el miembro de Turcón no se bajó del árbol hasta que se fueron el camión y los obreros.

Gutiérrez Galindo, que dejó bien claro que tenía todas las autorizaciones habidas y por haber, desistió y delegó en el consistorio cualquier responsabilidad futura que pueda surgir tanto por la ubicación de la palmera como por su inclinación. El 4 de enero ya quitó un ejemplar similar. Ayer no pudo.