Los vecinos del Sureste volvieron ayer a sufrir las altas temperaturas que desde la semana pasada están arreciando sobre el Archipiélago. Al igual que en varias zonas de la Isla, el rigor del calor hizo que las calles, los comercios y la piscina municipal del casco histórico de Santa Lucía de Tirajana estuvieran vacías al peso del mediodía. "Aquí desde las doce del mediodía hasta las cinco o seis de la tarde apenas viene la gente a comprar por el calor. La mayoría hace las compras a primera hora de la mañana o al atardecer", expresó Javier Pérez dentro de su supermercado.

El comerciante santaluceño indicó que la mayoría de los vecinos y turistas que entran en la tienda lo hacen para comprar helados o agua, aclarando que el tiempo era mejor que el de la semana pasada y del año pasado. "Ahora se está de maravilla", apuntó. De suyo ayer en las horas centrales del día el termómetro indicaba 35º, habiendo momentos que subió a los 43º, según apuntó la encargada del museo histórico de Santa Lucía, Pino Hernández Domínguez.

La también agricultora lamentó que las altas temperaturas y el fuerte calor dejaran los aguacateros llenos con la fruta en el suelo. "Yo lo soporto echándome agua por encima y coger calor lo menos posible para seguir escapando", expresó resignada Pino Hernández.

Día molesto

"Santa Lucía por esta época es calurosa y, por supuesto, se pasa un día molesto y apretado, pero estamos acostumbrados y hay que pasarlo", apuntó el jubilado Paco Pérez. "Yo lo soporto en casa con el aire acondicionado en las horas puntas, no saliendo mucho al sol y levantándonos tempranito para hacer las tareas de fuera de la casa", indicó.

Asimismo, José Hernández manifestó que el clima en la zona alta de Santa Lucía "está fatal, porque hay mucho viento y aire caliente, aunque menos que otros días. Aquí hay que estar en la sombra al peso del mediodía". "El aire por la noche nos trae un poco de fresco, pero el aire caliente del día es fastidioso", insistió mientras arreglaba su frontis y la puerta con su hijo.

Quien sí lo sufrió de lleno fue el repartidor de agua, Pepe Ramírez. "Es agotador trabajar al peso del mediodía. Yo intento aligerar todo lo que pueda para poder escapar del calor". "El único aliciente es que las altas temperaturas hacen que vendamos más agua", comentó.

Por otro lado, en la piscina municipal no había nadie del pueblo durante las horas centrales del día. Solo cinco familias de Vecindario e Ingenio estaban bajo los árboles y metiéndose en los dos cubos para refrescar de vez en cuando. Manuel Correa subió con su familia a la piscina "porque es un sitio tranquilo. El estar en el campo es diferente del todo". Francisco Javier Arbelo y Jénifer Ramírez, desde julio están subiendo desde Sardina a la piscina del casco con su hijo. El encargado de la piscina, Adrián Toledo reconoció que "aquí vienen mucha gente de fuera, sobre todo de Vecindario, Telde y de otros lugares de la isla". "Los vecinos de la zona alta acuden a remojarse más por la tarde", aclaró. "Entre semana hay una media de 60 personas y los sábados y domingos desde julio a septiembre se supera el centenar de bañistas.

Similares situaciones volvieron a padecer los vecinos de Agüimes, donde los termómetros no bajan ni de noche y hay vecinos que no recuerdan en su vida nada igual. "Yo tengo 65 años y he visto calores, calores fuertes, pero este año viene el calor muy, muy intenso", aseguró José Armas, un jubilado que no se quita el sofoco ni acercándose a la playa.

Y lo peor llega a la hora de dormir, cuando se viven noches como la pasada, cuando las temperaturas no bajaron de 28 grados centígrados e incluso estuvieron por encima de 30 parte de la madrugada. "Anoche en Agüimes no se podía estar", sentenció Armas. Agüimes marcó la semana pasada durante tres días las temperaturas más altas de España, con temperaturas de hasta 41 grados a la sombra.

La sensación de bochorno se reflejó ayer en todos los rincones del pueblo y dejó completamente vacías las calles, terrazas y la plaza. La mayoría de los vecinos se decantó por ir a la playa de Arinaga o por quedarse dentro de casa.