En pleno corazón turístico de Playa del Inglés vive una colonia de indigentes, que ha encontrado en las instalaciones abandonadas del Parque Europeo un techo donde refugiarse de la pobreza. Los restauradores del Centro Comercial Águila Roja, aledaño al recinto, piden al Ayuntamiento que desaloje la zona e incremente las medidas de seguridad de los visitantes. El aspecto deteriorado que presentan los edificios comerciales del Metro y Nilo generan una mala imagen a un municipio, que en este año 2013 ya ha recibido cerca de dos millones de turistas.

Desde hace algo más de dos meses Ib Handreck ocupa con sus tres perros uno de los habitáculos que se encuentran a medio construir en el Parque Europeo de Playa del Inglés. Harto de dormir a la intemperie del barranco de San Agustín, Handreck decidió trasladar su guitarra española y su pequeña colección de novela negra a este espacio vacío hasta que consiga ingresos suficientes para pagar un alquiler y "las cervezas nocturnas" que disfruta con sus amigos.

"Desde que vine de vacaciones a la Isla, hace una década, me di cuenta de que era el lugar perfecto para escapar del cielo gris de Suecia y, algunos años después, regresé con la intención de pasar mi vejez aquí", relata Handreck con una media sonrisa que deja entrever los efectos del alcohol en su dentadura.

Con una pensión de 400 euros mensuales del Estado sueco, el indigente pasa los días tocando la guitarra en la avenida de Playa del Inglés a ritmo de un Sweet home, Gran Canaria a cambio de unas monedas. Con suerte a veces la calderilla le da para ducharse en el balneario del Anexo Dos.

Como si de una reunión familiar se tratase, Handreck comparte las noches cálidas de Maspalomas con John y Tony, un inglés y un maltés que viven en un bar abandonado en el mismo parque.

A John no le gusta compartir el mismo espacio con cinco personas más, pero a Tony no le importa, ya que lleva viviendo en la calle la mitad de su vida. Incluso se pone contento cuando recibe visita de la policía, "por eso de que ya son casi amigos de los agentes de la seguridad". "Vienen a menudo y nunca nos echan", matiza Tony con acento extranjero.

Este sentimiento de pertenencia a una comunidad internacional de okupas se levanta detrás del Centro Comercial Águila Roja, una de las áreas de ocio en Playa del Inglés que congrega en sus locales a más de un centenar de visitantes diariamente.

En una de sus terrazas, el restaurador Antonio Santana vigila con recelo las mesas de sus clientes, pues lleva más de cinco años padeciendo las consecuencias de tener a sus espaldas un asentamiento improvisado de mendigos. "Es vergonzoso que un edificio situado en pleno centro de Playa del Inglés sea foco de reunión de vagabundos, que acechan a los turistas todo el día para robarles", explica afanado Santana, mientras advierte a sus trabajadores con un gesto de la presencia de sospechosos.

Según el restaurador, los intrusos que merodean la zona no son agresivos, pero sí intentan robarles a los visitantes la cartera, el móvil o simplemente las bebidas que dejan sobre la mesa. "Son como sombras andantes, que espantan al minuto uno a los visitantes", asegura sin vacilaciones Santana.

El tránsito de esta decena de okupas extranjeros por el enclave turístico ha sido denunciado en el Ayuntamiento en repetidas ocasiones por los vecinos de la zona. En el pasado mes de agosto la comunidad de propietarios de los centros comerciales colindantes recogieron más de 60 firmas para que el consistorio echara a estos sujetos del espacio público.

Kovacs, un húngaro que reside en Playa del Inglés hace más de 20 años, es testigo de los problemas que provoca la presencia de los indigentes en el parque público.

"Hace unas semanas incendiaron algunas palmeras cercanas al centro comercial causando desperfectos en las terrazas de los bares", apunta Kovacs, quien trabaja por las noches como relaciones públicas en Playa del Inglés y ha podido comprobar cómo incluso los indigentes tiran botellas de cristal a los turistas que pasean por las calles, cuando están bajo los efectos del alcohol.

Ante el reclamo de un incremento en las medidas de seguridad del parque por parte de los comerciantes y los vecinos afectados, el concejal de Seguridad de San Bartolomé de Tirajana, José Carlos Álamo, destacó que desde el Ayuntamiento ya se han iniciado algunos trámites para el desalojo de los indigentes, pero que este proceso requiere prudencia y algún tiempo de espera, "si se actúa de acuerdo con lo que establece la Ley".

Los espacios en los que se refugia estas cuadrillas de personas sin hogar forman parte de una obra inacabada del Gobierno de Canarias, que inició en 2008. Según el alcalde Marco Aurelio Pérez, el Ayuntamiento reclama al Ejecutivo autonómico la responsabilidad del proyecto desde el inicio de su mandato. Sin embargo, según los comerciantes de la zona, el problema persiste desde hace más de cinco años y "no ven voluntad política para resolverlo".

Otra de las infraestructuras turísticas que ahuyenta a más de un visitante por su aspecto deteriorado es el Centro Comercial Metro, aunque no alberga indigentes en sus instalaciones. Situado en la parte trasera del Templo Ecuménico de Playa del Inglés, el área comercial solo mantiene operativo el 30% de sus locales, desde que este verano el Ayuntamiento sureño precintara su planta baja debido a un incendio de la discoteca Kopas.

"Los comuneros somos conscientes de que la imagen del edificio no es nada atractiva para el turista, pero dentro de los propietarios falta consenso para realizar obras de renovación", destaca Antonio Mateo, propietario del antiguo local nocturno, quien asegura que después del incendio varios técnicos municipales asesoran a la comunidad de propietarios para mejorar tanto la fachada como sus dependencias internas.

La ausencia de vigilancia en los edificios abandonados en la zona turística constituyen el caldo de cultivo para la ocupación ilegal de las infraestructuras. Ejemplo de ello son las antiguas oficinas de Viajes Insular, aledañas al Centro Comercial Nilo y a la Comisaría de la Policía Nacional.

Desde que en 2006 el edificio cerrara sus puertas al público, las paredes de esta explanada de 5.000 metros cuadrados se han convertido en foco de prostitución y venta de estupefacientes en pleno centro urbano de Maspalomas.

El suelo del viejo inmueble apenas se puede divisar por la mugre que cubre sus baldosas. Desde plásticos, escombros, excrementos de animales, ratas y hasta un vehículo calcinado en la entrada principal del recinto. Sin embargo, a sus residentes no parece importarles el estado de insalubridad al que están expuestos, "pues con la caída de estas últimas lluvias al menos tenemos un sitio donde guarecernos", espeta Mohamed, quien comparte techo desde hace dos años con más de 40 indigentes en el edificio. "Lo único que me molesta es la gente que viene aquí de paso y se lleva el cobre del cableado de los enchufes para luego venderlo", puntualiza el inmigrante.

Justo enfrente de esta estampa de miseria, al otro lado de la GC-500, los apartamentos de Playa del Inglés rebosan visitantes en plena temporada turística. En lo que va de año San Bartolomé de Tirajana ha recibido cerca de dos millones de visitantes, alcanzando incluso márgenes de máxima ocupación en su planta hotelera. Sin embargo, ni el Plan de Modernización del Ayuntamiento ni las obras realizadas por el Consorcio del Sur han logrado borrar del mapa turístico las infraestructuras caducas que esconden en su interior imágenes tercermundistas.