El primer día que llegó a la que se convertiría en su segunda casa le pidieron que ordenase una montaña de papeles y la archivase. En torno a ese trabajo, el del orden y la organización, ha orbitado su extensa vida laboral. Con cuatro décadas a sus espaldas, Emperatriz Guerra cuelga por fin el matasellos y se dispone a vivir una nueva experiencia alejada de la burocracia. "Me llegó mi hora", sostiene con un envidiable sentido del humor.

Esta vecina de La Garita certificará el próximo 12 de marzo su jubilación oficial. Atrás deja 40 años de servicio a la ciudadanía, con un carrusel de nombres y distintas denominaciones, bajo competencias en manos de unas u otras administraciones. Pero, al fin y al cabo, con el área de Sanidad de fondo. Primero, el Ministerio de Gobernación, luego; el de Sanidad; y, más adelante, la Consejería de Sanidad del Gobierno canario. Su último puesto ha sido el Registro General de la Dirección General de Salud Pública, donde ha dejado su impronta y estas últimas semanas se ha visto enseñando a su sustituta las claves y secretos del oficio.

Porque 40 años dan para mucho. Sobre todo, dan para conocer a una extensiva relación de jefes y a verse en todo tipo de situaciones. Emperatriz, que primero estudió Turismo y en 1975 acabaría opositando al cuerpo general auxiliar de la Administración del Estado, se fajó con papel de calcar, con máquinas de escribir Olivetti y con miles de papeles que debían llevar estampada una firma. Hoy a todo ese ajetreo le ha sustituido la informática -"con la que soy una negada", reconoce- y hasta la firma electrónica, toda una desconocida para ella.

Lea la noticia completa en la edición impresa de La Provincia, en el PDF del periódico o en Orbyt