La Provincia - Diario de Las Palmas

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Otoño Escorrentías norteñas

Los barrancos riegan el Norte de la Isla

Agoney González y José Hernández aprovechan el clima para pescar en el puerto de Sardina. Los espacios de tregua que otorgó la lluvia no fueron demasiado largos, pero hay quienes los supieron aprovechar bien

El barranco de Moya corriendo, ayer, durante la jornada de lluvias. JUAN CARLOS CASTRO

Afincado en Gran Canaria desde el pasado miércoles, el temporal volvió a hacer ayer de las suyas con especial ahínco en el Norte, donde las cascadas en las montañas y los barrancos corriendo como Azuaje, Moya o Gáldar, fueron algunas de las imágenes más repetidas de la jornada. Y es que desde la madrugada del sábado al domingo el agua no dejó de caer y a ratos lo hizo con gran severidad. Los espacios de tregua que otorgó la lluvia no fueron demasiado largos, pero hay quienes los supieron aprovechar bien y, cámara o móvil en mano, dispararon a discreción con el objetivo de capturar los momentos más turbios que también regala la naturaleza.

Francisco Javier Rodríguez optó ayer por un plan de domingo alternativo. Aprovechando que vive en Bañaderos, decidió acercarse hasta El Puertillo con su mujer e hijos para sacar algunas fotografías dignas de "recuerdo". Junto a uno de sus vástagos, Joel, de 13 años, eligió diferentes ángulos que le permitieron inmortalizar varias secuencias marinas. "En los meses de frío se pueden disfrutar de otro tipo de cosas", reflexionó. Para él, ver cómo "el mar limpia la costa" es una ceremonia digna de admirar, siempre y cuando no caiga una tromba que le enchumbe a uno de pies a cabeza.

La perspectiva cambia a tan solo unos metros donde han estado fotografiándose padre e hijo. El olor a aguas fecales se mezcla con el de la tierra empapada invade hasta la calzada de acceso a la zona. Asimismo, los enormes charcos que se han formado se ensanchan cada vez más, en parte, gracias a hilo fluvial que discurre desde el barranco de Bañaderos.

Más caudalosas estuvieron las escorrentías de Azuaje, alimentadas por las aguas que resbalan de las laderas de los municipios de Firgas y Moya, que fueron a desembocar a San Andrés. Toda una fiesta para algunos niños de barrio que, en uno de los momentos en los que escampó, hicieron de la piscina natural que se formó el lugar de sus juegos. La barranquera de Moya también hizo de las suyas, si bien dejó una imagen menos amable en su entorno: una entrada a San Felipe completamente anegada. Eso sí, algunos conductores disfrutaron también de lo lindo pisando el acelerador en las partes más encharcadas, creando elevadas cortinas acuáticas que salpicaron a traición a los escasos viandantes que se atrevieron a transitar por la inundada zona.

Las precipitaciones de los pasados días han dejado algún que otro estrago a su paso, pero también una enorme belleza traducida en un espectáculo natural marcado por la intensidad de los tonos marrones y verdes que conviven en el territorio norteño. Y en el melodrama climático que se resiste a abandonar del todo la Isla, la niebla fue otra de las grandes protagonistas que se cerró en banda sobre algunos municipios. Desde la carretera, la bruma blanquecina parecía haber borrado del panorama parte del macizo montañoso de Tamadaba y el cielo de Gáldar y Guía adquirió el cariz nebuloso más propio de un paisaje londinense.

"Huyendo del mal tiempo", paradójicamente, Agoney González y José Hernández Martín se apostaron en el puerto de Sardina del Norte para pescar. Salieron a las cinco de la mañana de la capital grancanaria y pusieron rumbo a Arguineguín, "donde no se podía estar". Así que optaron por dirigirse al barrio galdense en el que, a pesar de todo, "se está más tranquilo y resguardado". Ataviados con chubasqueros y todos los enseres necesarios para la pesca, lanzaron sus cañas bajo la lluvia, bien cargadas de pan y queso para que algún despistado pez se quedara enganchado a ellas. "Que esté el tiempo así es mejor, porque los peces se confunden y así pican", explicó González.

Todo depende de cómo se miren las cosas y tanto los pescadores aficionados, como Javier y Joel González o los chiquillos que se lanzaron a la diversión en medio de un charco, son ejemplo de que "al mal tiempo buena cara". Mientras la mayoría procuró buscar el cobijo en un día poco apetecible para aventuras, ellos ampliaron las posibilidades y decidieron convivir en armonía con el temporal.

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