"Las niñas de Eugenia", una treintena de pequeñas vestidas de amarillo, abrieron ayer la ofrenda del Rosario sin la presencia de su fundadora. La pérdida hace unos meses de Eugenia Suárez, quien dedicó 40 años de su vida a enseñar el baile de la polca mazurca a las chiquillas del casco de Agüimes para la ofrenda, dejó ayer un hueco en el desfile difícil de "reemplazar". Tras la llegada de un total de 20 carretas y tres tartanas al pórtico de la iglesia, el Ayuntamiento recordó la labor de esta vecina.

Aunque tenía 86 años, sus ojos se iluminaban con la misma ilusión que el grupo de niñas que dirigía en primera línea de la romería. Eugenia Suárez "vivía la ofrenda de manera intensa, desde el fondo de su corazón" tanto que comenzaba a preparar el baile de sus niñas desde un mes antes.

"Si había que coser de noche los vestidos de las niñas, porque no llegábamos a tiempo, se hacía. Ella me enseñó a sentir este día de un modo especial y, aunque al principio le dije que no quería vestirme para la romería, ahora siento que es una forma de agradecerle el cariño que me regaló durante los 15 años que estuve ayudándole", aseguró Juan María Artiles, mano derecha de Eugenia, en los preparativos de la ofrenda.

El colectivo Ni quito ni pongo, que cada año reconoce la labor de algún vecino en las fiestas, elogió el espíritu entusiasta de Eugenia con la entrega de una cesta repleta de comida a la hija de la fundadora.

"Fue una pionera, de esas mujeres luchadoras que entregan su cuerpo y alma a los demás. Recuerdo que cuando en la romería aún no existían carretas, sino camiones con palmeras, ella bailaba con sus niñas la polca con un radiocasete. Ni siquiera necesitaba acompañamiento de una rondalla para abrir el desfile", recordó Paco Bordón, cofundador del colectivo.

La parranda de El Ejido de Agüimes también le dedicó unas estrofas a la "madre" de esta fiesta. El mensaje fue claro y enternecedor: Aunque quienes desfilan hoy [por ayer] en las calles del casco de Agüimes la echan de menos, las niñas no dejarán de bailar, por ser un legado cultural que dejó Eugenia sin esperar nada a cambio.