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Arucas

Mejías: "Al final lo que importa es la belleza, saber entrar al asilo con dignidad"

"Quiero hacer un pregón rápido y corto porque he sido sufridor de pregones y son un coñazo", señala el pregonero de las fiestas de san Juan Bautista de Arucas

El empresario Andrés Mejías Pombo. LP / DLP

¿Cómo se tomó su designación como pregonero?

Yo agradezco el nombramiento pero a mí estos cosas no me hacen mucha gracia, pero qué se leva a hacer.

Pero esas cosas dan empaque.

Eso de hablar delante de tanta gente no me hace gracia. Yo no sé arengar. Bueno, haré lo que pueda.

¿Ya lo tiene memorizado?

Ya lo tengo hecho, pero no lo quiero ni releer. Lo leeré mañana (por hoy) por si tiene faltas y ponerle las comas.

Cuando uno relee mucho lo escrito suele cambiar cosas constantemente. Ese es el peligro.

Por supuesto. Además, este es el primer pregón de mi vida. Procuro no darle muchas vueltas. No corrijo lo escrito, solo corrijo al escribir. Escribo a mano y luego me lo pasan al ordenador.

Entonces es su primer pregón.

Sí, en toda mi vida, y ya es larga, aunque yo me quite treinta años.

El año pasado lo nombraron hijo adoptivo de Arucas y al siguiente lo designaron pregonero.

Sí, una carrera meteórica (risas).

Hijo adoptivo en Arucas y predilecto en Las Palmas de Gran Canaria.

Fíjate tú, mira que soy viejo.

Sin destripar el pregón, ¿cuáles serán la líneas maestras?

Hombre, hay que hablar de san Juan, lógicamente, no queda otro remedio. Es algo que me resulta tremendamente antipático. Primero porque es un asceta (risas). Y segundo, porque yo soy agnóstico (más risas). Pero es interesante el personaje.

Barrunto que no se extenderá mucho.

Yo quiero hacer un pregón rápido y corto porque he sido sufridor de muchos pregones y son verdaderamente un coñazo.

Suelen ser reincidentes y plúmbeos.

Sí, a ver si cambiamos un poco eso. Hablaré algo de san Juan, del momento político y de la situación judeo romana de la que parte esta sociedad. Hablaremos de la ideología y de donde viene el pensamiento de la vida de san Juan, pero será una cosa rapidísima y superficial. También hablaremos de san Juan en la iconografía y luego mis vivencias de niño en la plaza de san Juan, con el repaso de lo que eran las fiestas del pueblo para un niño, que fue cuando yo las viví.

Usted vivió su infancia en Arucas, aunque nació en la capital grancanaria.

Yo soy un chico de las Alcaravaneras.

Que no de Ciudad Jardín, como les gusta presumir a algunos.

No, eso es un eufemismo estúpido (risas). La casa familiar la descatalogaron de Ciudad Jardín. Mi tío Pepe Suárez consiguió que le dejaran levantar una torre en la casa de mis abuelos y entonces descatalogaron esa zona de Ciudad Jardín. Eran otros tiempos.

Pero los recuerdos de niño son de Arucas.

Sí, porque yo viví en Arucas desde que tenía un año hasta los ocho. Yo era un niño observador y fui al colegio muy tarde. Yo pasé mucho tiempo en la plaza de Arucas. Yo podría recordar a cada persona que vivía alrededor de la plaza de san Juan, pero no lo voy a hacer porque sería un coñazo y no le interesaría nada a la gente de hoy. De todas formas, uno siempre cuando habla lo hace de sí mismo. Es imposible ser objetivo hablando en el fondo. Las sensaciones son tuyas, no son compartidas.

¿Por qué razón vivió esa infancia en Arucas?

Porque mi padre era farmacéutico de Arucas. Vivíamos en la fábrica y todavía está la casa ahí. No nos la hemos comido aún.

¿Qué fue primero, la ciudad de Arucas o la fábrica de pastas La Isleña?

Espero que Arucas. La Isleña está legalizada en el ayuntamiento en 1890, pero antes fue un molino de gofio. A partir de 1870 ya había una actividad. Creo que mi familia vino a Arucas desde Fuerteventura, creo que a finales del siglo XVIII, pero tampoco lo puedo asegurar. Es que los cronistas locales son demasiado locales. A mí eso nunca me ha interesado demasiado.

Entonces su familia es de origen majorero.

A finales del siglo XVIII vienen y se instalan en Arucas. Es curioso porque después casi todos nacen en Las Palmas y no sé muy bien por qué. Porque mi abuelo Gabriel, que fue el que yo conocí al frente de la empresa, era de Vegueta. Su madre también era de Vegueta. Los que realmente nacieron en Arucas fueron mi hermano Gabriel, que nació y vivió en Arucas porque fue hijo único durante bastante tiempo, y un primo mío. Por eso les haré un recuerdo a estos pobres porque se lo merecen.

¿A usted nunca le ha dado por la política, como su hermano Gabriel, que fue alcalde de Las Palmas de Gran Canaria?

No. Yo hice política como carrera. Hice política, estudios internacionales y sociología política. Yo pensaba hacerme diplomático. Tuve una vocación muy laxa: quería saber pero no quería matarme. Estuve muchos años en Madrid, murió mi madre, me vine para acá y ahora estoy encantado de la vida.

¿Se ha sentido libre para decidir sobre su vida?

He sido una persona lo más libre posible. Cuando me preguntan de dónde soy, siempre digo que de Arucas.

¿Qué es lo que más le gusta de Arucas?

La iglesia es fantástica. El centro histórico, al que yo no le digo casco porque me suena fatal, también está muy bonito.

¿Y qué no le gusta?

Me gusta menos el ensanche que se hizo en los años 60, aunque ahora está más cuidado. De resto no juzgo porque no entro a valorar a las personas.

-Resulta curioso que un agnóstico como usted vaya a dar el pregón de san Juan.

Bueno, pero tampoco se lo voy a decir a todo el mundo. En realidad es una fiesta pagana de verano con sus hogueras. Yo no hago profesión de nada y mucho menos de no fe. En el fondo todo eso me importa bien poco.

Usted es un melónamo que sigue acudiendo cada año al Festival de Salzburgo.

Sí, sí. Lo tengo por costumbre. Yo también estuve en la comisión asesora del festival de Música de Canarias en los tiempos heroicos, en los grandes tiempos. También era otro momento con una distinta situación económica. Yo lo entiendo.

¿La crisis económica afectó especialmente a su empresa?

Hombre, la hemos sufrido todos.

Pero la sorteó mejor que otras empresas.

Bueno, porque estás consolidado, eres antiguo, eres referente y vendes producto económico y tal, pero claro que se nota. Sobre todo en 2008 y 2009, que fueron años bastante flojitos, pero sin dramas.

¿Contempla jubilarse a corto plazo y dedicarse a la vida sin sobresaltos?

No he podido porque la persona de confianza se me metió en la política. Para mí es como un hijo, algo muy mío. Pedro Ortega es muy enérgico y constante. Estoy muy contento por él porque esta etapa política le viene muy bien como experiencia personal. Tampoco es plan que se pase toda la vida vendiendo fideos.

Pero es recuperable.

Esperemos que sí. Aquí sí vamos a tener que poner puertas giratorias porque cuando él entre yo salgo por la otra como un cohete. Él tiene su despacho como lo tenía. No lo he vuelto a usar, que era el mío. Entro hasta con miedo. Tiene sus puertas abiertas.

¿Qué generación hace usted en la empresa?

La empezó mi bisabuelo, el fundador que yo no conocí, luego mi abuelo, mi padre en una transición, mi hermano y yo. Lo que pasa es que mi hermano Gabriel me llevaba diez años y para mí es como si fuera otra generación.

La Isleña es una de las empresas canarias más antiguas y emblemáticas.

Y espero que la sigue siendo mientras yo viva. No hay que asegurar nada para después.

¿Está bien de salud?

-Bueno, yo he estado infartado. Fumo, bebo, hago una vida super nomal, con humor y estoy casi siempre vivo.

Pues no se puede quejar.

Al final la belleza es lo que importa. Hay que saber entrar al asilo con dignidad.

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