Cuesta abajo, se identificaban incluso con una mirada rápida. Allá dónde se pusiera la vista había una camiseta que la recordaba, con su pelo marrón y sonrisa ligera. Tal y como la recuerdan los Bermúdez, su familia, en la Rama y siempre con risas de por medio. Este año, Julia no los sorprendió con nuevos ingenios, pero aquel que dijo que no estaba presente, se equivocó. Estuvo, en cada una de las 38 personas que quisieron dedicarle uno de sus días más especiales. "Va por ti, Julia", gritaban en silencio sus vestimentas.

Es de obviar que ayer no fue un día fácil para el grupo, algo que podía verse perfectamente reflejado en los ojos entristecidos de Teri Bermúdez, hermana de la gran protagonista. Es la primera vez que falta y que, físicamente, la mayor fiel de este jolgorio no sigue a la banda de Agaete en la bajada, y eso se nota. Es algo que cada uno de ellos, extensiones todos de su corazón y de su persona, palpan, pero "ella querría que estuviéramos felices", aseguran.

Hace seis meses que "estaba malita y un cáncer se la llevó", explica uno de sus siete hijos, Máximo. Sin duda, un duro golpe que los sorprendió a todos, pero que los ha unido para saltar, bailar, cantar y gritar por ella. De esta manera, ayer agitaron más fuerte que nunca sus ramas al cielo, saludando a una mujer admirada y querida por todos los suyos.

"Es la primera vez sin ella, pero vamos a disfrutarlo como nunca", sentencia su hermana Teri mientras enseña la foto de Julia plasmada en su camiseta blanca y de mensaje sublime y directo, y la acaricia con cariño.

La familia recuerda cómo le gustaba esta celebración y se muestran contentos por la de veces que la gozaron a su lado. Así, todos tenían algo que decir, todos querían que el pueblo conociera quién fue esta mujer de Agaete que vivió durante 56 años la Rama. Una apasionada que inculcó sus ganas a sus siete hijos y que ha hecho que los suyos no se lo piensen dos veces para, de una forma u otra, seguir yendo con ella año tras año, aunque ya no esté.

Una madre coraje que con sólo 16 años tuvo a su primer hijo, hasta los 30, edad en la que decidió completar su libro de familia.

Como cada año, los 38 fueron juntos a la amanecida, con el fin de no perderse ni un segundo de la fiesta. Casi sin dormir, la siguieron hasta que pudieron bailar al ritmo de la banda y continuar hasta el fin del recorrido. Sin cansancio, con muchas fuerzas y sin intención de abandonar. Porque cada edición es de agrado acudir, pero esta vez hubo un motivo de verdad, una razón que no admitía excusas para faltar. Este año tenían que estar ahí, disfrutando y sonriendo, por ella. Sólo por ella.