Las lluvias que cayeron el pasado fin de semana inyectaron un poco de agua a algunas de las presas del interior de la Isla. Pero este pequeño alivio no ha servido para resolver la peor situación de sequía que atraviesan los embalses. Unos 47.818 metros cúbicos recibieron entre Chira, El Mulato y Soria, mientras que en el resto, como las que se encuentran en La Aldea, no entró ni una sola gota.

La más beneficiada por las precipitaciones que trajo el temporal fue Chira, donde entraron unos 21.464 metros cúbicos (596 hectolitros), seguida de Soria con 16.182 metros cúbicos (450 hectolitros) y en último lugar El Mulato con 8.468 metros cúbicos (235 hectolitros), según los datos del Consejo Insular de Aguas del Cabildo de Gran Canaria.

La escasez de lluvias en los últimos tres inviernos, en los que apenas se ha mojado la cumbre y la vertiente sur de la Isla, ha hecho descender las reservas de agua en las presas públicas a 2,5 millones de metros cúbicos, el 8% de su capacidad total. Hay que remontarse al mes de febrero de 2001 para encontrar unos niveles tan bajos, cuando alcanzaron un alarmante registro del 6%, con poco más de 1,5 millones de metros cúbicos.

Pese a que los embalses privados del norte y de la cuenca de La Aldea están en mejor situación, la sequía de este año también ha provocado que en estas zonas se haya producido un aumento del precio del riego agrícola, y ha obligado a mantener el trasvase de agua desde las depuradoras de la capital hasta las fincas situadas en la costa de los municipios de San Bartolomé de Tirajana y Mogán.

El Cabildo desactivó ayer el Plan de Emergencias Insular (PEIM) en Gran Canaria. El operativo fue activado en fase de alerta la medianoche del pasado viernes debido a la previsión de temporal y lo mantuvo hasta ayer por precaución. Los operarios de Medio Ambiente, Carreteras y Aguas trabajaron todo el día de ayer para reponer la situación en la Finca de Osorio, que estaba cerrada, y en muchas vías insulares que, aunque se podían transitar, tras el cierre del domingo, aún presentaban multitud de restos de árboles y barro que había que retirar como fue el caso de Tejeda, Firgas, Moya y Valleseco.