La caseta que fue registrada el martes por la Policía Nacional, por su vinculación con el sospechoso yihadista marroquí, de 33 años, detenido en Guanarteme, en la capital grancanaria, está en Taro, entre el casco viejo de Doctoral y La Orilla Baja. Fue un lugar de cultivo y en la actualidad sólo quedan algunos invernaderos abandonados y tierras sin cultivar. Es un sitio a trasmano entre dos carreteras y donde se proyectaba construir edificios. Montañas de ordenadores, palés, electrodomésticos, muebles y bolsas con cientos de latas, entre otros, rodean la mencionada chabola.

"Al ver tantos policías pensé que sería por el Rubio [Antonio Ojeda, el sospechoso de la desaparición de Yeremi Vargas], pero está lejos su cabaña", afirmó un trabajador de una gasolinera de Taro. "Nunca vi nada raro por esa zona de la caseta, ni grupos de personas vinculadas a algo delictivo. No es un sitio de paso", agregó.

"No sé nada de ese tema y mejor no saber. Lo que pase, pasará. Lo extraño es ver a extranjeros vivir en un local y luego se van en cochazos y con móviles de primera, mientras yo trabajo muchas horas y luego estoy justa de dinero", comentó una empleada de una pastelería de los alrededores, en Doctoral.

Por otro lado, el presunto yihadista detenido el martes en Guanarteme pasará hoy a disposición del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, que decidirá si lo deja en libertad o lo envía a prisión.

Por su parte, Ahmed Moussa, cónsul de Marruecos en Las Palmas de Gran Canaria, confía en que el hecho de que sea marroquí el arrestado en Guanarterme no perjudique a la comunidad magrebí que vive en la Isla. "La sociedad canaria es abierta, comprensiva y consciente, y bien sabe que si una persona comete un delito, es él quien lo realiza, no todos sus compatriotas. Quien delinque es el único responsable", manifestó Moussa, quien recordó que "recientemente en Marruecos también se desmanteló una célula terrorista".