En una décima de segundo el alboroto llegó a Tunte. La imagen de San Bartolomé cayó al suelo desde su trono cuando se disponía a salir de la iglesia acompañado por los feligreses y las autoridades. La talla de madera sufrió la rotura de la mano en la que porta el cuchillo y se le agravó una grieta que tenía en la espalda.

No fue la única víctima del incidente. El sacerdote Armando Ladeiro y el vecino José Segura, sufrieron sendas brechas en la cabeza y una contusión en la pierna, en el caso del segundo. La caída del santo y el trono encajado en la puerta de la Iglesia generaron momentos de incertidumbre, gritos y algunas lágrimas entre todos los vecinos que se citaron en la iglesia.

Tras el incidente, el cura, Armando Ladeiro, fue atendido por el concejal de Sanidad del Ayuntamiento y el consejero del Cabildo, Francisco Pérez, médico de profesión, hasta que llegaron los servicios de atención primaria. En el interior de la iglesia atendieron a ambos, para posteriormente trasladarlos en la ambulancia hasta el centro de salud. "La imagen no estaba bien calzada", declaró el sacerdote a la Televisión Autonómica pese a que evitó explicar lo ocurrido en una llamada de LA PROVINCIA/DLP. "La imagen cayó sobre mí. Un golpillo. No me enteré. Una herida leve, sin puntos. No tiene importancia", comentó Ladeiro.

La preocupación y la incertidumbre crecieron cuando se vio la vestimenta blanca del cura ensangrentada. A causa de un tropiezo para retroceder y evitar el impacto de la imagen del santo, que se le vino encima y le rozó, cayó al suelo y se golpeó la cabeza con el filo del rodapié. En el caso de Segura, los testigos que presenciaron el impacto indican que el santo le dio y le provocó la brecha en la cabeza, además de una contusión en la pierna. "Fue una sorpresa", dijo a la RTVC José Segura que lleva toda la vida acompañando al patrón en la procesión.

Quien también salió perjudicado del incidente fue San Bartolomé, a quien el trono amortiguó la caída, pero, en el proceso, perdió la mano en la que portaba el cuchillo y dos dedos, además se agravó la grieta que tenía en la espalda fruto de los años que tiene la imagen de la Escuela Luján Pérez. Un cuchillo que, en la tarde de ayer, algunos vecinos señalaban que no había aparecido.

Martillazo

Mientras los servicios de emergencias y el concejal atendían a los dos heridos, los vecinos se afanaban en levantar al santo para colocarlo en su trono. Pertrechados con martillos y tachas, se dispusieron a recolocarlo entre nueve personas. Una vez anclado en su sitio, a golpe de martillazo, se dieron cuenta de que una de las ruedas del trono estaba deteriorada, así que tuvieron que ir a por un inflador y ponerse manos a la obra.

El resto de los asistentes buscaban la sombra que daba la iglesia y observaban de cerca los progresos en la colocación del santo, ante lo que alguna vecina se quejaba: "¡Pero no quiten las flores!".

En diez minutos, la imagen de San Bartolomé ya estaba colocada en su trono. Una vez que el cura salió de la iglesia con la cabeza vendada, al igual que el otro herido, las autoridades municipales, encabezadas por el alcalde Marco Aurelio Pérez y entre las que se encontraba el vicepresidente regional Pablo Rodríguez, de acuerdo con los sacerdotes y los representantes de la comisión de fiestas, decidieron que el santo no saliera en procesión, ante el desconocimiento de su situación real. El alcalde explicó a los vecinos que "la procesión se suspende por la ausencia del párroco y por una cuestión de seguridad y de prevención para las personas, porque eso es lo primordial, además que hay que comprobar la seguridad de la imagen".

Con la suspensión de la procesión y el santo colocado en su sitio, decidieron trasladar el trono delante de la Iglesia, donde la banda La Isleña, procedente de Moya, le brindó La Macarena, un himno de marcha procesional de Abel Moreno. Un final solemne para un incidente que los vecinos tardarán en olvidar después del desconcierto que sufrieron durante algunos minutos ante el desconocimiento del daño real que había provocado, puesto que podría haber caído encima de alguien y causado daños mayores.

Una vez que el santo regresó a su lugar en la iglesia, la jornada festiva transcurrió sin incidentes y marcada por las altas temperaturas que alcanzaron los 40 grados. Fue así como, equipados con sillas de playa, gorras y ventiladores portátiles llegó desde La Isleta el club de mayores. "Venimos todos los años para el día grande de San Bartolomé. Es una excursión sagrada para nosotros que se lleva organizando desde el 1994", explica la vicepresidenta del club, Bárbara Martínez.

La fiesta continúo con un almuerzo en el que participaron todos los vecinos y algún que otro visitante, como los turistas. Unos procedentes de Francia, preguntaban, "se celebra una boda", ante las galas de los vecinos que se congregaron en la iglesia. Mientras que Marco y Pier, procedentes de Italia, que paraban para refrescarse, fueron testigos directos del incidente, en su chapurreado español, preguntaban sobre lo ocurrido e intentaban ayudar dentro de la incertidumbre que se vivió.

Ellos también se quedaron para disfrutar del sancocho popular que se celebró y del que se repartieron casi 500 raciones. Un sancocho que precedió al acto más esperado, la gran verbena con las Lluvias de Agosto, y al que se unió el párroco tras su visita al Centro de Salud. Ladeiro se mostró sonriente y la contento de que todo quedara en un susto. Tras la fiesta, en declaraciones a este periódico, señaló: "Ahora solo quiero descansar y estar tranquilo. Fue un incidente y ya está".

Al concluir el sancocho, empezaba la verbena con Manolo y al abrirse los grifos llegó la locura a la plaza con los gritos y las risas de todos los presentes que agradecieron el remojarse para combatir el calor. Una jornada festiva que pasará a la posteridad por un incidente fortuito que acabó sin grandes consecuencias para los vecinos.