Esta tarde, como cada nueve de septiembre, los aldeanos bailaron la tradicional Bajada que tiene en este pueblo un especial y particular encanto, con un tremendo arraigo histórico y emocional consecuencia de la hospitalidad de sus vecinos y su preocupación por las vivencias de sus tradiciones. El evento, en esta ocasión consecuencia de la novedad que supone llegar con mayor facilidad a La Aldea, tras la puesta en servicio de la primera fase de la nueva carretera, contó con una multitudinaria participación con notable presencia de forasteros.

Como ya es costumbre en esta localidad, tras acudir a la Feria de Ganado, sobre las dos de la tarde los lugareños se reunían, generalmente en las afueras del casco del pueblo, para participar en tenderetes con amigos y familiares donde nunca falta una suculenta comida, buenos rones, timples y guitarras. Sobre las cuatro de la tarde, como si de una peregrinación se tratara, empezaron a emerger grupos de todos los rincones en animadas y alegres parrandas para reunirse en al Almacén de los Picos.

A la cinco en punto se iniciaba el festejo en unas condiciones climatológicas (Ver cómo estaba el tiempo). Niños, jóvenes y mayores partían acompañados de "papaguevos", agitando ramas de pino y bailando en una desbordante manifestación llena de alegría y colorido. Cuerpos alegremente desenfrenados donde la populachera música ininterrumpida de las bandas de Agaete y Charanga de La Aldea obligaba a continuados brincos con ramas en alto.