Los vecinos, los trabajadores, así como en las casas y en los negocios de Las Lagunetas, ya recuperaron la normalidad en sus vidas y sus actividades después del incendio que se inició el pasado miércoles en la Cumbre de Gran Canaria. Eso sí, muchas personas tienen aún el susto por haber visto las llamas en montañas próximas al pueblo de la Vega de San Mateo y por haber vivido la experiencia de salir con lo puesto de sus hogares y de pasar la noche desconociendo cómo estarían sus casas cuando amainase la tormenta de llamas. Sin embargo, a pesar de haber estado cerca, las llamas no provocaron daños materiales en las viviendas. Quemaron praderas y malezas, pero se mantuvieron al margen de la población.

Eso sí, un cuarto de aperos, en la parte alta y próximo a Risco Prieto, sufrió daños por el fuego.

"El viento no llevó al fuego en dirección a Aríñez, como ocurrió en el incendio de hace cuatro años, sino que fue la contraria, hacia Llanos de la Pez, y eso hizo que se hayan salvado nuestras casas", explicaba, bajo su punto de vista, José García, que cuenta con una vivienda próxima a la iglesia, en la calle José Gil Rivero.

José García consideró que los efectivos que lucharon contra el fuego "estuvieron muy bien organizados, pero comenzaron tarde. El pasado día 9 de septiembre hubo un incendio en un terreno en Las Lagunetas, y a los cinco minutos apareció un helicóptero y en poco tiempo se apagó. Esta vez, pasaron dos horas y no oímos los helicópteros".

Respecto al primer día del incendio y de la evacuación, José García, afirmó que la impresión era de "estar en infierno. Ves en la televisión los incendios forestales en la Península y no parece tanto como cuando lo vives en persona, contemplando las llamas a lo lejos, el humo y pasando miedo e incertidumbre".

El día de la evacuación estuvo sacando camiones, tractores y animales de la finca de un amigo. Pasó la noche, con su mujer y los hijos, primero en una casa y luego en el albergue. "Los voluntarios y los efectivos del albergue y del hospitalito se volcaron con todos nosotros. Varios vecinos nos ofrecieron sus casas y sus terrenos para dejar a los animales", agregó García.

Humareda y hollín

Otro vecino, Jacinto Reyes, que también trabaja en Las Palmas de Gran Canaria, como José García, también se dedicó a ayudar a la finca del amigo, con los animales y los camiones.

Jesús Manuel Cabrera, que tiene con su esposa, casa en Las Lagunetas, a la que va los fines de semana, también cerca de la iglesia, confirmó que "no hubo daños en inmuebles del pueblo, sino mucha humareda y hollín".

"Subí corriendo desde la capital cuando me enteré que se acercaba un incendio, pero la carretera ya estaba cortada y tuve que quedarme en Montaña Cabreja", comentó Jesús Manuel Cabrera. "Las lágrimas se me cayeron como a un niño cuando al día siguiente pudimos subir y vimos los montes quemados", añadió.

Cabrera, ya vivió aliviado desde el jueves que las llamas no alcanzara su casa, ni ninguna de Las Lagunetas. Sin embargo, lamentó el fallecimiento de una persona, Carin Ostman. "Eso es lo más lamentable porque lo demás se recupera, los pinos, pastos y maleza. Si se fomentase de verdad la agricultura este tipo de catástrofes naturales no ocurrirían", destacó.

Paqui Marrero, su marido e hijo también vivieron "la angustia de salir corriendo y la dura incertidumbre de qué pasará". Ella lleva la tienda de Juan Reyes e hijos, en Las Lagunetas, y el viernes trabajaba con normalidad el negocio, pero aún "con el miedo en el cuerpo".

Bombonas

"A las dos menos cuarto olía el humo. Me asomé al balcón y las llamas en la montaña de atrás. El fuego vino volando. Salimos con lo puesto y con el teléfono móvil. Desalojamos después de sacar don camiones con bombonas que estaban en el negocio. Luego, en San Mateo, una mujer me prestó ropa de abrigo", manifestó Marrero.

"Respecto a la noche que pasamos en el albergue, nos acogieron muy bien. La gente, los voluntarios, policías, todos fueron muy solidarios con nosotros y todos los evacuados", concluyó. También conocía a Carin Ostman porque "era una clienta habitual y la conocía desde hacía quince años".

Otro vecino de Las Lagunetas, también con casa en Las Palmas de Gran Canaria, Juan Antonio Suárez Gutiérrez, quien señaló que "no hubo daños materiales aquí, a parte de algunas tuberías de abasto".

En relación a cómo vivió el primer día del incendio, afirmó que no hizola evacuación. "Sí cuando me buscaron a casa y me marché, pero fui y me quedé en el cementerio, y luego volví a mi vivienda. A las tres de la mañana ya estaba lloviendo y yo ya sabía que mi mujer y nuestros dos hijos estaban bien en la capital", relataba ya lejos de las llamas Juan Antonio Suárez Gutiérrez.