Manuel sirve un café. Manuel pone un vino. Manuel pasa el paño por una mesa. Manuel despacha una tapa de sancocho... Manuel es uno de los eficientes camareros del Bar Stop de Yaiza, tan importante dentro de la localidad sureña que quizás no sea casualidad que esté justo frente a la iglesia de Los Remedios. Es un local de toda la vida, con auténtico sabor añejo. Allí lo mismo te ponen un salpicón que una ración de paella, pero hay un acuerdo generalizado sobre que su plato estrella son unas garbanzas de esas que hacen ver la vida de otro color. Sobre todo al estómago. Allí también se vendieron muchos de los billetes del primer premio de la Lotería Nacional de ayer, el 52.642.

Manuel decanta un roncito. Y Manuel tenía un cuponcito, sesenta mil euros de pronto. "Hay que seguir trabajando. No he pensado lo que voy a hacer, pero sobre todo estamos para cubrir necesidades y tapar agujeros". Otro de los agraciados, que prefiere no dar su nombre, piensa algo parecido. "Un poquito de tranquilidad sí da, pero no para tanto como está la cosa hoy en día y con esta crisis. Yo los caprichitos ya los tengo todos. Si acaso me compraré una furgonetita de ocasión", expone sobre sus humildes pretensiones.

Santiago, dueño de un establecimiento rural en Yaiza, pasa por delante del Bar Stop en su furgona gris. Y para. Como para no hacerlo con las voces que recibe por parte de un grupo de personas situadas en la puerta. No sabe por el momento que los cupones que tiene están premiados, y de qué forma. Cuando se lo comunican se le dibuja una expresión donde no se sabe bien qué parte es alegría y qué parte asombro. "¡Pues anda que no hay cosas pendientes que pagar!", exclama entre las risas y los abrazos de varios amigos.

Dentro, unos turistas degustan unas tapas. Deben pensar que qué pueblo tan alegre es Yaiza.