Viva la Virgen del Carmen". El párroco de La Graciosa, Agustín Lasso, lanzaba la primera de las loas a la patrona de los marineros en una tarde que, casi de forma milagrosa, había amainado tras dos días de viento y olas de varios metros en la octava isla. La pequeña iglesia de Caleta de Sebo lucía esplendorosa para honrar a su Virgen.

Juan Morales Hernández fue uno de los cuatro gracioseros que tuvo el honor de portar a sus hombros la imagen de la Virgen del Carmen. Su esposa, Nina Batista, lo seguía con la mirada recordando la promesa que habían hecho a la Virgen tras la difícil intervención quirúrgica que había superado con éxito uno de sus hijos hace ya dos años.

Una traca de voladores y decenas de aplausos saludaban a la reina de los mares que un año más salía al encuentro con sus feligreses en las calles de arena de La Graciosa. "Tus ojos morena me matan a mi". Los sones de la agrupación folclórica Guagime de Teguise amenizaban la procesión que caminaba solemnemente hacia un muelle que había perdido su carácter marinero para acoger a los chiringuitos para las verbenas.

Allí le esperaban cientos de personas y el barco CP Menorca de la compañía Biosfera Express, que cubre la línea regular de pasajeros entre Órzola y La Graciosa. "Es un orgullo poder llevar este año a la Virgen", señalaba el marinero Luis Toledo. Cerca de un centenar de embarcaciones zarparon junto al barco de la Virgen para recorrer el litoral graciosero desde la Caleta de Arriba hasta Montaña Amarilla. Bengalas, voladores y cientos de gritos emocionados retumbaban en la inmensidad de la pared del Risco de Famara.

Pocos minutos después de las ocho de la noche, la Virgen entraba de nuevo en la bahía. Un momento mágico en el que cientos de flores se lanzaban al mar desde las embarcaciones en recuerdo de los marineros fallecidos. Que la graciosera de los mares los acoja en su regazo.