El 19 de agosto de 1978 era tiroteado en aguas saharauis el patrón del pesquero lanzaroteño Andrés Parrilla. Recibió un balazo en el muslo izquierdo. Además el barco sufrió considerables daños materiales, y se llegó a registrar un incendio a bordo, que tuvo que ser sofocado por la tripulación. Los disparos también provocaron la avería del cuadro electrónico del Tela, que quedó totalmente a oscuras.

La embarcación recibió diversos impactos en su línea de flotación, por lo que tuvo grandes dificultades para llegar de nuevo a Arrecife. En esta travesía fue escoltado por el también pesquero lanzaroteño Juana Rosa.

Tanto el patrón como los diez tripulantes del Tela declararon que antes de producirse este incidente ellos se habían percatado que en la costa sahariana había un grupo de hombres en tierra, los cuales les hacían señales para que se les acercaran. Estaban como pidiendo ayuda. Ellos creyeron que se trataba de un grupo de náufragos y decidieron poner rumbo a tierra parar tratar de echarles una mano. Cuando se encontraban cerca de la costa aquellos supuestos náufragos empezaron a dispararles con sus metralletas.

Este ataque se producía en una zona especialmente peligrosa. Meses antes el pesquero grancanario Las Palomas era asaltado y sus tripulantes fueron retenidos por el Frente Polisario. Precisamente fueron las autoridades marroquíes las que declararon esta área como de alto riesgo.

A Andrés Parrilla nunca le gustó hablar de este suceso. Es más, prefería callar. Prefería creer que aquel grave incidente fue obra de la mala suerte. Aunque como recuerdo ingrato de aquel encontronazo siempre tuvo que llevar algo de metralla que nunca le quitaron. Andrés tampoco fue considerado víctima de un ataque terrorista. La vida o el destino han querido que se fuera antes de ver como la ley al final hacía justicia, y ahora, desde 2011, su familia puede reclamar la indemnización que mereció su padre.

Recuerdo de marineros

Parrilla sabía mucho sobre la mar y sus despropósitos. Desde muy chico se metió en uno de los barcos que se iban a África y que no volvían a tierra hasta pasados nueve o diez meses. Su mujer, la siempre entrañable Faustina, tenía que encargarse de la casa, los hijos, administrar el dinero, hasta que con su vuelta llegaran los sueldos y los sacos con pescado salado. Sobre personas como Andrés Parrilla se podría contar tantas historias que no caben en estas páginas.

Estos días los hombres de la mar de Teguise están contentos. El Ayuntamiento de la Villa ha decidido hacer un momento en memoria de este vecino, Andrés Parrilla. La escultura la van a colocar justo delante de la puerta de su casa, como homenaje a todos los marineros, a los que sobrevivieron y a los que se quedaron en el mar. Y casi coincidiendo en el tiempo, las administraciones de la isla se han puesto de acuerdo para levantar un faro en Puerto Naos en recuerdo de los marineros del Cruz del Mar. Esta obra será diseñada por el artista conejero Juan Brito.