El proceso que Fernando Torres Baena supuestamente seguía con sus víctimas menores de edad le convertía en "el agresor sexual perfecto", revela el informe pericial realizado por los psicólogos Vicente Garrido Genovés y Lorena Morales Santana para la Asociación Víctimas y Afectados del caso Kárate (Avicka), una de las dos acusaciones particulares personadas en el procedimiento que se sigue contra el maestro karateca por la presunta comisión de decenas de abusos sexuales.

Según resumen los expertos en un informe realizado tras entrevistarse con 20 víctimas, el "modus operandi" de Torres Baena era casi perfecto, algo que incidió en que los abusos se prolongasen tanto en el tiempo. "Primero [Torres Baena] seduce al menor con su prestigio de campeón y figura incontestable; luego le hace ver que puede ser alguien especial si acepta formar parte de su club de elegidos, donde podrá llegar a ser un karateca importante", desgrana el informe que será defendido a finales de este año por sus autores en el juicio que se celebra en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

"A continuación", sigue la pericial, "le hace ver que el sexo es una actividad propia de esos elegidos y que allí [en el Gimnasio Torres Baena] es del todo normal, cosa que efectivamente comprueba el menor porque el resto de sus compañeros realizan tales prácticas. Si él no lograba el acceso carnal en primer lugar, utilizaba la presión o bien lo convenía con algunas de las acusadas (en el caso de los varones) para seducirlo".

El proceso para trasmutar los valores morales del menor y quebrar su voluntad no terminaba en este punto. "Es remarcable cómo Torres Baena manejaba los tiempos y los diferentes caminos hasta doblegar al menor y conseguir tener acceso carnal con él", analizan los psicólogos. "El resto", explican, "consistía en profundizar en el aislamiento del joven, desprestigiando a los padres y exigiendo el sexo compartido con los demás alumnos".

A partir de aquí, la sumisión de los alumnos a Torres Baena ya era total. "En este punto, el chico o chica estaba ya tan introducido en aquella dinámica que no cabía vuelta atrás a pesar del miedo o rechazo que le producían tales prácticas: el reto de desvelar todo era demasiado alto, porque tendría que renunciar a los vínculos que ya había establecido y hacer frente a su propio sentimiento de culpa y vergüenza; por ello la solución era asumir lo más posible todo aquello como algo normal y seguir adelante", concluyen.

El conglomerado de supuestas prácticas manipuladoras que denuncian las víctimas muestra a los psicólogos, por otro lado, que "la persuasión coercitiva de Playa Vargas [lugar donde Torres Baena tiene un chalé donde supuestamente se producían orgías] está al servicio de una trama sexual con hechuras de secta cuasi religiosa".

Torres Baena era "un líder mesiánico", revelan los psicólogos, que se rodeó de "un grupo de incondicionales con una estructura jerárquica". Varias víctimas declararon en este sentido cuando destacaron que "no se le podía llevar la contraria, que era Dios".