¿Cuál es su historia con Las Canteras?
Hablar de la playa en rasgos generales es muy complicado... Tengo demasiadas cosas que contar. De Las Canteras no me puedo olvidar; toda mi familia ha nacido aquí. Nací en una casa muy pintoresca y conocida, del tipo colonial, pero tuve que mudarme a mi actual hogar porque la derrumbaron para hacer un hotel. Mi vida es la playa.
¿A qué se dedica usted en la actualidad?
Soy colaborador en la Radio UDLP, donde me encargo de una sección que tiene que ver con toda la zona de Las Canteras. También llevo un año clasificando recortes de periódico para hacer varios libros relacionados con la playa de Las Canteras. De hecho, varios amigos y compañeros han tomado prestados estos documentos para sacar libros.
¿Ha hecho algún estudio de la playa?
Sí, en colaboración con el Ayuntamiento hicimos un libro para estudiantes, aunque también sirve para gente que quiera conocer un poco mejor la playa. Este libro incluye fotografías e información sobre la costa: clima, mareas, servicios, etcétera. Todo empezó con una serie de charlas didácticas que yo ofrecía a los alumnos de Primaria en varios colegios. También he participado en los estudios de la micro área turística, sobre todo de la parte de natación, ya que fui presidente de la Federación de Natación.
¿De dónde nace su pasión por ella?
Desde que era pequeñito me encantaba todo lo relacionado con la playa. Mi padre solía llevarme al Museo Canario, y ahí yo veía las caracolas, las conchas, los esqueletos de los tiburones... Me gustaba tanto, que yo hacía lo mismo en mi casa y cogía cristales para encerrar entre ellos conchas y caracolas que recogía playa. Además, como mi padre era socio, le llegaban libros del museo y siempre los leía.
¿Qué anécdota de las que recuerda resaltaría?
Recuerdo cuando un día fui hasta la Cícer con uno de los hermanos Momo y vimos a dos extranjeros alemanes pidiendo ayuda en el mar. Nos lanzamos a recatarlos y la verdad es que fue una experiencia muy humana. Siempre admiraré a los hermanos Momo. Cuando ya había pasado un año de este suceso, recibí por correo un paquete en casa que venía desde Alemania con dos camisetas de licra, que estaban muy de moda en aquella época. Era un regalo del matrimonio que habíamos rescatado.
