¿Cuál es su historia con Las Canteras?
Nací en la playa, prácticamente. En lugar de ir al parque, iba a la playa para reunirme con mis amigos, bañarme con todos ellos durante las horas en las que pegaba el sol y jugar con ellos. Me puse los zapatos a los cinco años; no salía de ahí.
¿Su mejor recuerdo?
Soy fotógrafo y me resulta curioso que la única foto de familia que tengo sea en la playa. Salimos todos posando como profesionales, sobre todo mi madre, con sus piernas muy bien colocadas. Se trata de un retrato común, de una familia normal, como los que se tenían entonces en casa. Sin embargo, el retrato de mi familia no es en un estudio ni en el salón de mi casa, sino que es en Playa Chica.
¿Qué echa en falta de esos años infantiles?
La poca cantidad de arena que había antes. En la actualidad hay demasiada, es un gran problema. Recuerdo que, cuando era pequeño, mis amigos y yo nos sumergíamos en el agua y, para demostrar que habíamos llegado al fondo, cogíamos algún tipo de alga que crecía entre las rocas. Hacer esto ahora es imposible, hay mucha arena.
¿Qué anécdota resaltaría?
Recuerdo una que me impresionó mucho cuando era pequeño. Había ido hasta la barra con algunos de mis seres queridos y, estando por allí, comenzamos a ver delfines por dentro de la barra. Alguna vez los había visto en La Cícer, pero me impactaron mucho aquella vez. Me pareció maravilloso.
¿Por qué va a Las Canteras?
Son muchos los motivos. Es una playa urbana, está cerca de casa, me he educado en ella y la he disfrutado con mis padres. Se trata de una playa familiar, íntima y personal. Me refiero a que es la playa a la que te planteas ir solo, no como cuando piensas en ir al Sur, que es como una actividad más en familia. Para mi familia es como ir al parque a ver a nuestros amigos y lo hacemos tanto en verano como en invierno. Siempre buscamos la forma, aunque llueve o truene, no nos importa ir con paraguas, pero con lo que sí que no vamos es con zapatos. Siempre vamos descalzos.
¿De qué personaje de la playa tiene mejores recuerdos?
Sin duda, de los hermanos Momo, también conocidos como los cuidadores de la playa. Salvaron a muchísima gente; entre ellos a muchísimos pescadores que se ponían por la zona de Peña la Vieja. Se conocían el mar perfectamente. Durante la época del boom turístico de la Isla salvaron a muchísimos visitantes. Fue tal su repercusión dentro de Las Canteras que incluso el Ayuntamiento les hizo un homenaje. Los admiro.
¿Qué haría para mejorarla?
Me pongo del lado de los expertos. Hay que levantar la arena. También creo que el paseo debe adecuarse, hay demasiadas terrazas. Creo que necesita haber un equilibrio entre el negocio de la restauración y el respeto a quienes transitamos por el paseo. Hay demasiadas terrazas y hay que buscar una solución para que la restauración no pierda dinero y nosotros tengamos un acceso más libre al mar. Además, que todo sea más coqueto y equilibrado. Pero, sin duda, la arena es lo más importante. Se acumula en muchas zonas y, a veces, la playa se vuelve irreconocible. De resto, me parece que es una playa estupenda. Está muy limpia y siempre es un gusto pasar el día en ella.
¿Cuál es su época y hora preferida para visitarla?
Sin ninguna duda, el mes de octubre es el mejor por los mares en calma y la poca gente. Septiembre, también es un buen mes. También me gusta ir a la playa en febrero porque, aunque el agua está bastante fría, me parece que sirve para espabilarte. Y, en cuanto a la hora, yo voy siempre por las mañanas.
¿Qué zona es su preferida?
Suelo caminar por toda la playa. Durante el invierno me gusta ponerme por el Peñón, aunque si hace demasiado viento y frío nos ponemos en La Puntilla, porque hace función de zoco.
¿Qué es lo que más le gusta hacer en ella?
Caminar y nadar. Al ser fotógrafo, me gusta llevarme la cámara de agua para hacer fotos dentro del mar. También llevo la de tierra.
