"¡Un barco pirata!", exclamaba un pequeño a 26 grados centígrados frente al hotel Cristina, en el paseo de Las Canteras, y oteando la calle Sagasta como si fuera un grumete. Y no andaba desencaminado el muchacho pues una nave se acercaba a la confluencia de la calle La Gomera, aunque en vez de corsarios venía capitaneada por un grupo de fiesteros que se perdían entre la multitud que ayer desfiló en el Paseo Romero, organizado por el centenario Club Victoria.

Tal era el gentío que acudió al desfile, que ya va por su octava edición, que desde la distancia el bergantín parecía más bien que iba en volandas, pese a ir arrastrado por dos enormes bueyes, como el resto de las carretas que participaron en el paseo con el que Victoria quiso festejar un año más el Día de Canarias.

El único inconveniente con el que se tropezaron los marineros en su travesía fueron con los cables de telefonía y luz que cruzan de un lado a otro de las estrechas calles del distrito Puerto-Canteras. Y que hubo que sortear con una vara como si la nave se tratase de un paso de Semana Santa.

El paseo romero, que comenzó con más de media hora sobre el horario previsto, tuvo como punto de partida el parque de Santa Catalina para discurrir por Luis Morote, General Vives, Sagasta y paseo de Las Canteras hasta la plaza de Saulo Torón, donde se celebró un baile de Taifas.

El parque de San Catalina estaba al mediodía repleto de ciudadanos puesto que en el Edificio Miller había un exposición de la Universidad Popular donde se mostraban los trabajos de los estudiantes, muchos de ellos relacionados con la artesanía canaria. Mientras las parrandas afinaban timples, guitarras y voces para el tener resuello para el camino.

En el desfile participaron unas doce carretas, algunas de ellas con productos típicos de la tierra, y varios grupos musicales, que animaron con sus canciones a los cientos de personas que esperaban a ambos lados de la calle para ver el pasacalle romero. Entre ellas, la del propio Club, con el escudo del Victoria, y la de la comisión de fiestas de La Naval, con la virgen de La Luz.

Al mismo se incorporó una quincena de personas pertenecientes a la Plataforma Tindaya no se toca, que desde el pasado mes de abril reivindica que la montaña majorera se quede como está y no se lleve a cabo el proyecto de vaciado del fallecido escultor Eduardo Chillida.

"Tindaya es parte del patrimonio arqueológico e histórico de Canarias y como tal lo tenemos que reivindicar en un día como éste, en donde se ensalza tanto la canariedad", comentaba Nayra Martín, una de las jóvenes que participaban en la reivindicación y al margen de la organización del paseo romero.

"El Día de Canarias es también una oportunidad para la reivindicación política. No solo tiene que ser una festividad lúdica", apuntaba la joven, que afirmaba que nadie se había incomodado en el desfile con su protesta. "Al contrario, la gente nos aplaude".

La agradable temperatura de la mañana ayudó a los romeros a no desfallecer bajo las típicas vestimentas, que hace unas semanas se podían encontrar en el Rastro dominical a tres euros la pieza, tanto para hombres como para mujeres aunque con el Made in China en la etiqueta. Aunque la mayoría optó por lo más práctico dado la hora del evento: beberse una cerveza y tomarse un bocadillo de chorizo de Teror para continuar la vereda del camino.

La fiesta continuó en la playa de Las Canteras, donde otros tantos ciudadanos festejaban el Día de Canarias en la arena de la playa o en los restaurantes y locales del paseo.