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No, no es Francia, ni Niza, ni policías desnudando a una musulmana por llevar burkini, es la realidad de las playas españolas durante los primeros años del siglo XX y la época franquista, y Las Canteras no fue ni mucho menos una excepción.

En esas décadas, y condicionados principalmente por el nacional catolicismo, los bañadores cubrían gran parte del cuerpo. Desde las piernas hasta los brazos. Y no solo eso. La pieza de marras iba siempre complementada por un albornoz que las féminas de la época dejaban en la orilla en el momento del baño para así esquivar el 'pecado moral' que suponía mostrar sus virtudes, o en ese momento, 'vergüenzas'.

A medida que los años transcurrían entre los arenales de Las Canteras, los bañadores, como toda la sociedad, se fueron modernizando. Pasaron de cubrir totalmente el cuerpo a llevar manga hueca y pantalones más cortos con faldas de vuelo. Eso sí, el albornoz seguía siendo imprescindible.

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Como la playa se consideraba por la moral dominante un lugar pecaminoso, predispuesto a actos lujuriosos y malos pensamientos, las autoridades franquistas impusieron unas estrictas normas de comportamiento. La Dirección General de Seguridad controlaba férreamente a los y las bañistas, usuarios, sobre todo en lo relativo a los bañadores y a su comportamiento junto al mar.

En 1941, el Gobierno de Franco dictó una normativa que había que cumplir de forma estricta. Una década después, estas reglas también llegaban a nuestras costas. El, por aquel entonces, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Francisco Hernández González, firmó un bando en junio de 1951, un texto que no tiene desperdicio.

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Con el vaivén de las olas y la llegada del turismo a las costas canarias, se fue modernizando la vestimenta y la mentalidad de los isleños. Los bañadores comenzaron a acortarse, las mujeres empezaron a enseñarpiernas y manos; incluso a veces con escote, algo muy criticado por el obispo Antonio Pildaín que se quejaba de la "deshonestidad y los actos inmorales" que proliferaban en las playas, sobre todo en Las Canteras y en el sur de la isla.

En los años sesenta, con el "boom turístico" y de la mano de las visitantes nórdicas, se introdujo en las playas canarias el primer bañador de dos piezas: el bikini. Al principio esta nueva vestimenta causó un gran revuelo en la sociedad del momento, muy alejada todavía de la realidad en la que vivía el resto de la civilización occidental. La mentalidad de los españoles, atada a los ideales franquistas y religiosos, no estaba preparadada para pasar de un bañador que cubría todo el torso a la extravagancia de un bikini que incluso dejaba al aire el ombligo. Sencillamente impensable. No obstante, y pese a las reticencias en un primer momento al bikini, el dos piezas se fue implantando en la sociedad hasta convertirse en algo habitual.

Además de importar el bikini, los turistas también inculcaron a los isleños una nueva tendencia, el topless. Finalmente, en 1983, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan Rodríguez Doreste, autorizó esta práctica. Una aberración pecaminosa todavía para muchos.

Barrera Artiles, José, (1995) Las Canteras 1900-2000

En la actualidad, el debate ya no se centra en cómo llevar el traje de baño, sino, más bien, en como no llevarlo. Los nudistas reclaman al Ayuntamiento de la ciudad un espacio en la Cícer donde poder disfrutar de la playa sin tapujos. Una iniciativa que cuenta con muchos detractores que lo ven como algo indecente y exhibicionista.

Y hasta aquí llega la historia. Un punto y seguido en el devenir nuestras playas y sus bañistas. Una historia que siempre estará condicionada por la evolución de nuestra sociedad y por sus leyes y ordenanzas. Lo demás, en este caso en Las Canteras, permanecerá inalterable: Desde la Barra a la Peña de La Vieja.