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50 años de amigo, sacerdote y profesor

Pedro Fuertes, tras medio siglo en la capital, da nombre a la biblioteca del Colegio Claret

"Me llaman Pedro... Piedra en agonía a golpes de ansiedad. Te hablo lleno de ruidos y de velas, como un río viviente hacia la mar, que se desvía no sé dónde... Al abismo, al viento, al seno de Dios -ancho hogar- como un navío". Con este pequeño poema de cosecha propia que cuelga de una de las puertas del Colegio Claret de la calle Obispo Rabadán, Pedro Fuertes Combarros quiere comenzar su historia. Esa que en gran parte se ha forjado en Las Palmas de Gran Canaria, adonde llegó hace poco más de medio siglo para ejercer como "sacerdote claretiano, profesor de Lengua y Literatura y amigo". Tres facetas de cuya combinación nace el profundo respeto, admiración y cariño que este octogenario sigue despertando entre quienes le rodean y conocen. Prueba de ello es el homenaje que le rindió hace unos días el claustro de profesores que decidió pornerle su nombre a la biblioteca del centro.

Natural de Astorga (León), el padre Fuertes recaló en la Isla del 4 de octubre de 1966, a las ocho de la mañana. No llegó muy convencido, porque según confiesa, se encontraba demasiado a gusto en Sevilla, donde había estado durante seis años tras haber pasado otros dos en Don Benito (Badajoz). "Eso sí, llegaba con ilusión, que nunca me ha faltado", puntualiza. Una actitud que le ayudó a encajar su estilo peninsular en una región de "temperamento sencillo y hospitalario" que también cautivó tiempo atrás al fundador de la congregación. "A mí los canarios me han domesticado", asegura. De hecho, fue nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad y él mismo se pregunta si no es también de esta tierra. "Antonio Machado gustaba decir que uno no es de donde nace a la vida, si no de donde nace al amor".

Y es que el sacerdote asegura haber tenido vivencias en Canarias que le han marcado profundamente. Una de ellas fue su paso por la parroquia de Pedro Hidalgo. En este barrio del Cono Sur, pasó nueve "maravillosos" años en los que, además de la misa, dio clases por las tardes en el colegio Menéndez Pidal. "Primero me pidieron que enseñase religión, pero solo di dos clases porque me metieron a 200 alumnos en un aula y aquello era imposible". Poco después comenzó a impartir Lengua y Literatura a los estudiantes de 8º de EGB (Enseñanza General Básica). "Y ahí sí estaba yo en mi salsa", recuerda divertido. Entre otras cosas porque durante todo este tiempo también continuó impartiendo esta materia por las mañanas en el Claret, donde finalmente terminó dedicándose a tiempo completo por la dificultad de compaginar tantas actividades.

Al hablar de su faceta docente no puede evitar sonreír. "Mi padre quería que yo fuese maestro", cuenta el cura que nació el 3 de febrero de 1932. Y en parte cumplió con ese deseo paterno durante décadas en las aulas en las que, al principio, impartía clases magistrales que más tarde pasaron a ser dialogadas, acorde a las metodologías que poco a poco se iban implantando en el sistema educativo en el que él siempre estuvo a la vanguardia. "Cada verano hacía cursillos para renovarme y poner a punto mis conocimientos", arguye, "y nunca me cerré a los nuevos métodos". Fue así como llegaron "los éxitos" en las pruebas finales en Preu, primero, en COU y Segundo de Bachillerato después. "Lo que explicaba intentaba vivirlo y eso ha dejado una huella muy importante en mi vida y en la de los alumnos". Para el padre Pedro Fuertes, la docencia no fue nunca una profesión, sino una auténtica vocación a la que se dedicó en cuerpo y alma guiado también por el conocimiento que le ha otorgado otra de sus pasiones: la lectura.

De ahí que celebrase y se emocionase al ver la placa sobre la entrada de la biblioteca en la que, además de su nombre y apellidos, se puede leer: "Por su entrega incondicional como Misionero Claretiano en Canarias. Padre en la fe, maestro y compañero. Palabra hecha hombre". Para el sacerdote el gesto que tuvieron el pasado día 4 de octubre los miembros del centro fue una auténtica. "Estoy emocionado porque en una biblioteca no estamos solos, los libros que nos abren a la inteligencia y a mundos nuevos y eso es lo que ha hecho y hace que yo no esté encasillado", asegura quien confiesa que la cultura le ha llevado "hasta Dios".

Poeta y periodista

Un acercamiento que también han logrado de una forma especial los poemas de nombres tan célebres como Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Lope de Vega, Azorín, Tomás Morales, entre otros. Antonio Machado y Neruda están entre sus favoritos. A este último estuvo a punto de conocerle y de su obra repite como un mantra un verso que dice "tanto has cambiado desde que yo te he amado". La poesía está tan arraigada en este sacerdote que él mismo escribe y cuenta con una quincena de libros, entre los que se encuentra Galerías interiores del hombre, que no han llegado a ser publicados. Lo que sí han visto la luz son sus colaboraciones con medios de comunicación ya que Pedro Fuertes también realizó un máster de Periodismo.

Una trayectoria que, a pesar de su edad, tampoco le ha hecho parar. Actualmente, ayuda en la parroquia del Corazón de María al recién llegado padre Santi Cerrato y prepara las homilías en las que siempre aprovecha para combinar religión y cultura. También atiende y acompaña a los antiguos alumnos cuando tienen algún acontecimiento familiar triste y devora cada libro o revista religiosa y cultural que le llega a las manos. Tan solo tiene una pena, la que le causa olvidar algunos textos que antes fluían por su cabeza. Pero si algo no ha perdido este cura con los años, es el humor.

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