La Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin festeja esta Semana Santa su 75 aniversario. Por tal motivo, la Unión de Hermandades, Cofradías y Patronazgos de Gran Canaria ha querido que la exposición de arte sacro, que organiza desde el 2010 para dar a conocer en estos días de Cuaresma el patrimonio religioso privado y público que hay en la Isla, sea en honor de la cofradía, decana en la Isla tras la desamortización de Mendizábal.

La cofradía, que desfila en silencio el Viernes Santo con el paso del Santísimo Cristo del Buen Fin, fue erigida el día de San José de 1941 por el Obispo de Canarias Pildain y tiene la peculiaridad de tener entre sus hermanos al rey emérito Juan Carlos y al monarca Felipe VI, como miembros honoríficos.

Su constitución no estuvo exenta de polémica, según cuenta el actual Hermano mayor, el historiador Miguel Rodríguez de Quintana, ya que se trataba de la primera hermandad que se constituía tras la Guerra Civil española, en un periodo en el que las reuniones estaban más que prohibidas por temor a la subversión. Tal es así que su primera salida fue a las cinco de la mañana y en la solo participaron 50 personas, todos ellos varones y muy ligados a Vegueta, por orden del Obispado. Posteriormente, se fundaría un grupo de Damas.

Los visitantes que acudan a la muestra, ubicada en la sede de la Unión -plaza de Santo Domingo, número 8-, tendrán la oportunidad de hacer un breve recorrido por la historia de la cofradía y del templo donde tiene su sede: la histórica ermita del Espíritu Santo. Así lo indicaba esta semana Juan Ramón Gómez-Pamo Guerra del Río, bibliotecario del Museo Canario, que ha comisariado la muestra junto a Rodríguez de Quintana. "Lo difícil ha sido seleccionar piezas para recordar esos 75 años", comentaba Gómez-Pamo.

En la exposición, que estará abierta hasta el próximo día 21 en horario de 18.00 a 21.00 horas, puede verse una curiosa lista de documentos y fotografías relacionadas con la propia cofradía, cuyos hermanos procesionan vestidos con capas de color rojo. Entre ellos, programas de mano de la Semana Santa, carteles anunciadores de la salida procesional de la cofradía, recortes de prensa sobre aconteceres relacionados con la hermandad y su ermita; entre otros escritos curiosos. También documentos gráficos en blanco y negro y en color en el que se recogen diversos momentos de la hermandad como el ingreso de un nuevo miembro, cortejos procesionales y otros detalles de su actividad como cuando un grupo de ellos hicieron de modelos para el mural que hizo un pintor ruso en 2001.

En la parte dedicada a la propia ermita, fundada en 1615 después de que la original fuese destruida por el pirata Van der Does, se pueden observar diversos objetos utilizadas durante el servicio religioso como cálices, lavamanos, campanillas, vinajeras, así como diversas casullas utilizadas por los párrocos y otras piezas de tela para la liturgia, algunas ya en desuso tras el Concilio Vaticano II. También hay cuadros, candelabros y pequeñas tallas como la representación de la Santa Trinidad, tal y como se encuentra en el propio templo, aunque antes presidía el altar en un nicho de piedra antes de rehabilitación del mismo en 1860.

El titular de la ermita es el Espíritu Santo pero el Cristo, que estaba en un lateral del templo, terminó teniendo tanta devoción entre la feligresía que, al final, terminó siendo conocida popularmente como del Cristo del Buen Fin.

Entre las curiosidades que se exponen, figura el inventario de la ermita de 1847, el único plano original que se conserva de la ermita (Luis Alemany, 1972), una custodia regalo de Rosa Quintana y dos botes con las virutas y clavos recogidos en las diversas restauraciones de la Cruz del Cristo del Buen Fin -la última en 2015-, una talla de autor desconocida, fechada en 1690 y hecha de pasta similar a la de los cristos mexicanos, que se dejó en depósito a la ermita en un testamento (1707) y que, posteriormente, se compró.