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Medio Ambiente La lluvia deja en el Guiniguada una imagen única

Tajinastes a tiro de piedra de Triana

La senda del barranco Guiniguada se ha cubierto estos días de un vergel de flores blancas y azules

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El barranco Guiniguada se reverdece tras el paso de las lluvias por la capital

Pasan las nueve de la mañana y solo se escucha el canto de los gallos, los vencejos o las abejas en plena polinización, sin olvidar al viento tras cruzar las copas de las palmeras. Entre todos estos sonidos propios de la naturaleza, un tajinaste azul, Echium callithyrsum, nace solitario en medio de una comunidad de sus primos blancos, Echium decaisnei. Esta planta ha crecido en el cauce bajo del barranco Guiniguada, una zona en la que es casi imposible encontrarla, pero cuya singularidad aporta belleza a este pulmón verde a pocos pasos de la misma calle Triana de la capital grancanaria.

Nada más verlo se puede denotar la diferencia de colorido entre ambos arbustos. No obstante, el director del Jardín Canario, Juli Caujapé Castells, afirma que "es difícil saber las diferencias por el color de las flores exclusivamente". Además, según el biólogo, pueden existir híbridos entre distintos tipos de tajinastes. "Como en otros elementos de la flora endémica, cuando coexisten dos especies, por causas naturales o por la mano del hombre, la hibridación es inevitable", resalta el genetista.

Cabe resaltar que el tajinaste azul es un endemismo de Gran Canaria, difícil de localizar fuera de determinadas zonas. Los riscos de Tenteniguada y la Caldera de Los Marteles, en Valsequillo, son su principal refugio, pero también se puede encontrar en barrancos y escarpes de San Mateo y en los altos de Gáldar. Lo cierto es que es especimen muy raro en el término municipal de Las Palmas de Gran Canaria. Los ejemplares en el Guiniguada son muy escasos. No obstante, el Jardín Canario cuenta con una pequeña colonia de esta especie vegetal. Un centro donde se estudia tanto su compartamiento como su cría.

Por el contrario, el tajinaste blanco se extiende ampliamente por los márgenes del barranco capitalino. Ocupa laderas, límites entre antiguas fincas agrícolas, márgenes de carreteras, y, sobre todo, forma verdaderos mantos florales en el cauce, por donde debería discurrir el agua en época de lluvias. Justamente, las precipitaciones del último mes han cubierto este paraje natural de un verde intenso y han hecho florecer con fuerza a multitud de plantas.

"Esta tierra es muy agradecida, se conforma con cuatro gotas", apuntó Juan Manuel Rodríguez mientras paseaba a su perra Tara esta semana por el camino del Guiniguada, más o menos a los pies del Lomo Apolinario. Este vecino de San Roque recorre la zona cada mañana desde su niñez. "Se podría decir que venía al Guiniguada antes de nacer, porque mi madre bajaba embarazada al pilón a lavar la ropa", rememoró viejos tiempos.

Ahora disfruta de las salidas matutinas con su animal de compañía. Una actividad que tiene mayor recompensa gracias a la "impresionante" estampa de los tajinastes en flor. "Durante casi todo el año se puede ver alguna flor, pero en los últimos veinte días esto ha dado un cambio magnífico", matizó este vecino de la capital. Mientras, Tara no para de comer hierba fresca, "para purgarse" señaló su dueño. Unos matojos que empiezan a cobrar gran altura después de este lluvioso febrero.

Tras la limpieza y acondicionamiento que han realizado Cabildo y Ayuntamiento en el último año, el cauce del Guiniguada se ha convertido en una zona de esparcimiento muy reclamada por familias y grupos de amigos de la capital. "Vienes aquí un domingo y esto está lleno de gente por todos lados, con bicicletas, familias enteras con niños que vienen a hacer comilonas, ves de todo un poco", apuntó Rodríguez.

La zona se ha convertido así en un lugar de referencia para el disfrute en plena naturaleza, sin alejarse del ajetreo de la gran ciudad. El sendero del Guiniguada comienza en el huerto urbano de El Pambaso, al final de San Nicolás y finaliza en El Maipéz, cerca del Jardín Canario. Un recorrido en el que se pueden encontrar merenderos y rincones como el de Fuente Morales, antigua manantial que abastecía a la capital grancanaria hace más de un siglo. Además, por las paredes que circundan el valle se divisan barrios como San Roque, Casablanca III, Lugarejos o San Francisco.

Es inevitable alzar el cuello cuando los puentes de la circunvalación se erigen cien metros por encima de las cabezas de quien pasea por el fondo del barranco. Una obra de ingeniería que destaca desde la lejanía y se puede tomar como punto de referencia en el camino entre las antiguas fincas de plataneras en las faldas de los Riscos y las antiguas coladas volcánicas de El Maípez, procedentes de unas erupciones hace 2.600 años en el Monte Lentiscal.

Vergel de flores

A lo largo de esta ruta de unos siete kilómetros los tajinastes blancos se pueden observar en todo su esplendor en estas semanas. El tramo entre el barrio de La Matula y los puentes de la circunvalación concentra la mayor parte de este endemismo vegetal. Un vergel en el que se puede encontrar algún que otro arbusto perteneciente al género de los tajinastas azules. La cuestión es saber idenficarlos.

Los tajinastes blancos son una especie arbustiva que puede alcanzar los dos metros y medio de alto. Sus flores son de color blanco, como su nombre común indica, y aunque pueden contener trazas de azul o violeta, más o menos abundantes. Precisamente, esta especie se caracteriza por su gran capacidad para cruzarse con plantas del mismo género, tal y como apunta el director del Jardín Canario. Por el contrario, el de Tenteniguada, tiene flores de un azul más intenso. En ambos casos su floración tiene lugar entre enero y abril, sobre todo en la denominada primavera temprana.

En un paseo por esta zona no se puede descartar escuchar el mugir de una vaca en la lejanía. Los zumbidos de las abejas, de flor en flor, forman una banda sonora que se ve rota de vez en cuando por los ciclistas que circulan a varios kilómetros por hora por el fondo del barranco. "Llevo más de veinte años pasando por aquí con la bici, es un lugar que me encanta", señaló Sergio Sanjuan la mañana del miércoles. Reconoce que antes de las reformas que ha sufrido la ruta el lugar era más "salvaje", pero, aún así le sorprende la pureza del aire y la tranquilidad del cauce.

Este ciclista y su compañera deportiva, Ángeles María Carvajal, suelen ir casi cada mañana por el Guiniguada, para después subir a Almatriche, San Lorenzo y bajar por Los Giles hasta Guanarteme. Una ruta conocida entre los aficionados a la mountain bike. Las lluvias de los últimos días han permitido que su ruta esté rodeada de un paisaje increíble. "Hace una semana bajaba el agua con fuerza en algunos puntos", aclaró el ciclista. No obstante, el Cabildo ha instalado paneles de peligro por posibles inundaciones en varias zonas para evitar males mayores.

Sin duda, la floración del tajinaste puede ser un auténtico espectáculo. Entre los amantes del trekking, o mejor dicho, del senderismo, es muy conocida del conocida como Ruta del Tajinaste, entre la Caldera de Los Marteles y El Rincón de Tenteniguada. Esto se debe a la alta concentración de tajinastes azules, entre otras variedades, que se concentran en estos escarpes. Sin olvidar, claro está la belleza que guarda este barranco.

Pero, a veces no hace falta ir tan lejos para disfrutar de una ruta con similar belleza. Pues, el Guiniguada se encuentra a tiro de piedra del mismo corazón urbano de la capital grancanaria y esconde un verdadero remanso de paz y tranquilidad, repleto de tajinastes y otras flores en estos días.

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