Cuentan las crónicas que los fenicios fueron uno de los pueblos importantes de la historia del Mare Nostrum. La Fenicia de los historiadores estaba constituida por diversas ciudades estado autónomas, gobernadas por un soberano al que apoyaban las principales familias locales. La industria, y especialmente el comercio, eran sus principales bazas económicas, actividad que fundamentaban en el intercambio o trueque de las mercancías y en el transporte.

Los fenicios que nos cuentan las crónicas apócrifas tenían sus principales asentamientos en una isla devenida de bosques en un mar de lavas volcánicas. Sus ciudades se extendían por toda la costa, aunque fijaron su capital tierra adentro, en un llano que llamaron Acatife o la Gran Aldea y luego Teuguisse. Su reino de Lancelot quedó bajo la gobernanza del popular rey Samid I, soberano de acrisoladas bondades y extrema generosidad para con su pueblo, que ejerció la vara de mando con singular dedicación y entrega durante muchos años, primero desde el Castillo de Guanapay y más tarde, por imperativo legal, desde las Torres de Tahíche y Achinech. Entre sus creaciones y legados dignos de reconocimiento, las tales crónicas citan el Complejo Agroindustrial, el asentamiento turístico de Costa Teguise, y los consistorios de Arrecife y Yaiza, entre otros, pues sabido es que los fenicios no conquistaban territorios sino que fundaban "estables cimientos" en sitios propicios de las costas para abastecerse y como almacenaje de sus productos.

Los fenicios (bajo el amparo de Astarté, la diosa de la fecundidad) también tenían a gala actuar siempre unidos en todas sus operaciones mercantiles. Tan es así que fueron los promotores de la famosa UCO (Unión de Compinches Organizados). Y constatado está que este pueblo ostentó con merecimiento real el gentilicio de los PIL (Primeros Inquilinos de Lancelot).

Tales revelaciones históricas nos llevan a considerar que los fenicios, siglos ha, embarcaron desde las playas del Recife a bordo de un ferry de Trasmediterránea rumbo a Gádir, la Cádiz actual, y desde allí se expandieron por todas las costas e islas del Mediterráneo hasta llegar a los territorios que hoy ocupa Líbano. Y no al revés. Porque demostrado queda, sin necesidad de dataciones de carbono 14, que los fenicios siempre tuvieron claro que Tyteroygatra era su isla y Teguise su destino en lo universal. Señores arqueólogos e historiadores, no ha lugar a diatribas: los fenicios nacieron en Lanzarote.