En una mesa redonda celebrada por una docena de personalidades jubiladas en los paragüitas del Real Club Náutico de Gran Canaria uno de los asuntos que suscitaron una aplastante unanimidad fue el de la carencia, en Canarias, de políticos "como los de antes"; traducción al lenguaje de la calle: de políticos de altura, con ideas claras, prudentes y a la vez imaginativos. De líderes, en suma. Al día siguiente tuvimos oportunidad de leer los disparates del vicepresidente del Cabildo de Tenerife, el popular Antonio Alarcó, un personaje del que se dice en los mentideros de Santa Cruz que la única diferencia entre Dios y él es que él es médico y hace trasplantes... para mejorar la obra del creador. Alarcó sin duda tiene gancho electoral; parece franco -a veces en los dos sentidos de la palabra- y sin pelos en la lengua, y su perfecto atildamiento indumentario, más su condición de buen profesional de la medicina, y doctor en Ciencias de la Información, contribuyen a crearle una imagen de político con futuro. Pero con una buena publicidad pueden venderse los objetos más inútiles o las obviedades más elementales, como las sardinas con Omega 3 o los tomates con las propiedades que tienen los tomates.

Todos los políticos tienen la obligación de la prudencia y la responsabilidad; de no desparramarse en demagogias peligrosas que cualquier persona informada tiene datos suficientes para considerar falsas, producto, a veces, de la simple disputa parlamentaria, y estrategia para desgastar al contrario. Es el caso de las dudas sobre la autoría islamista de los atentados del 11-M, y las sospechas rotundamente desmentidas por las evidencias, y por todos los servicios de inteligencia nacionales e internacionales, de la participación de ETA o de oscuros manejos y asesinatos por parte de grupos policiales al servicio del PSOE... asunto asombroso porque el PSOE en el momento de los hechos estaba en la oposición, y quienes tenían la obligación de controlar el terrorismo, vigilar las fronteras, seguir las recomendaciones de prevención y dirigir las investigaciones eran, precisamente, cargos nombrados y dependientes del Gobierno de Aznar. Cuando Alarcó dice, en una muestra monumental de cinismo -tonto, aunque a veces lo parezca, no debe serlo- que los terroristas fueron escondidos en un piso de Leganés y luego "dale que te pego", ha cruzado el límite; él y quienes, sospechosamente, dijeron la misma majadería a coro.

Ningún dirigente del Partido Popular español había llegado tan lejos en la teoría de la conspiración sobre los atentados terroristas del 11-M después de dictadas las sentencias y conocidas las investigaciones en su globalidad. ¿A qué es debido que se resucite justo ahora? ¿A pescar el voto del odio y antisistema que puede esconderse en la ultraderecha añorante del franquismo? Una de las demostraciones de las excentricidades de la democracia española es que pueden decirse estas cosas, amplio muestrario de mentiras, injurias, calumnias y acusaciones de código penal, sin que intervenga un fiscal. "No existe suicidio colectivo", afirmó tajantemente. "Hay sospechas fundadas de que fue al revés. Está claro, los refugiaron a todos allí y dale que te pego". La verdad es que los policías conminaron a los terroristas a entregarse, que estos no lo hicieron, que entonaron unos cánticos, dispararon contra los agentes, y los siete se inmolaron a continuación, haciendo estallar cargas explosivas, como suelen en casos similares, muriendo un GEO como consecuencia y quedando heridos otros once policías, dos de ellos graves. Por lo visto no han sido suficientes los hervores; hacen falta más hervores. Alumno aventajado de la derecha bocazas y conspiranoica, del gofio party isleño, parece que es de los que creen que Zapatero está en busca y captura desde que crucificaron a Cristo. La línea entre ser tonto y parecerlo es muy delgada; y el problema es que si se cruza una vez, es muy difícil encontrar el camino de regreso. Eso sí que parece una cortina de humo de las que habla González Pons. Ni una palabra de la corrupción, ni de que el PP haya contribuido a que Canarias esté a la cabeza de España en listas de espera, fracaso escolar y fracaso en la ley de la dependencia.