Es pena que el asteroide 2005YU55 pase tan lejos de la Tierra. Con que hubiera un riesgo remoto de impacto se nos irían las demás preocupaciones, pues un miedo grande se zampa los medianos y pequeños. Los momentos de felicidad son por ausencia de miedo o por desvanecimiento del que había. El miedo puede llegar a ser paralizante, pero en dosis adecuada nos mantiene en tensión, atentos y en forma. Necesitamos miedo para vivir, pues la memoria básica de la especie, que vive en el PC de cada cráneo, es la de la supervivencia entre grandes peligros, y cuando no tenemos un miedo real de buen tamaño echamos mano a lo que sea para que no se forme una burbuja de vacío. Por eso las grandes agencias productoras de miedo (epidemias, desastres cósmicos o naturales, profecías, etcétera) cumplen una función benemérita. Una modesta aportación: el 11-11-11 será el fin del mundo. Quedan avisados.