Si la fatiga acumulada, inevitable en quien ha llevado sobre sí el peso de tantas frustraciones y de tan graves responsabilidades, deja al Sr. Rodríguez Zapatero el vagar necesario para la meditación desinteresada, es probable que pase, a solas con su conciencia, ratos muy amargos.

Es pues natural, que el todavía presidente en funciones padezca los vivos accesos de contrariedad que experimenta el médico a la cabecera de un enfermo que no le ha reaccionado favorablemente a ninguno de sus métodos terapéuticos. Su caso es aún más desesperante. Todavía el médico puede atribuir su impotencia al agotamiento defensivo del organismo que pretende salvar. A España le quedan energías suficientes para reponerse. Esto es lo que le ha ocurrido al Sr. Rodríguez Zapatero pese a los que confunden el tesón con la lucidez. ¡Lo que hubiese dado por haber devuelto el prestigio y la confianza a su país! Pero desgraciadamente no acertó con el procedimiento. ¿Atraerse a la clase media, que es la musculatura política de nuestro país? Llegó un poco tarde.

Se ha producido en todo el país una reacción contra la manera de hacer política de los últimos años, y si el Partido Socialista cae en el error de hacer suya esta causa, sus siglas se van a quedar clavadas en un garfio en la reciente historia nacional. ¿Qué va a hacer ahora el Partido Popular?

No deberíamos regatear al nuevo gobierno que salga del Congreso todo el esfuerzo, es más, todo el apoyo que sea necesario para que, primero nos saque del socavón en que nos encontramos, y luego lleve a esta nave que llamamos España al puesto que por derecho le corresponde en el orden europeo e internacional.