Tras Oficial y Caballero, llega Oficial y Parrandero, filme que ha sacado a la luz el fiscal general y que desconocíamos las personas standard. El Oficial y Parrandero está siempre rumbiando por el bien del Estado, pero es en microclimas divertidos donde más rinde.

Un exótico hotel malagueño, por ejemplo, en el que pasar la denominada semana caribeña. Le recibe el bedel Ravelo.

- ¿Ya de vuelta, licenciado Supremo? Sepa que el personal comenta su obsecación por el trabajo, tan arrecho. Se va a poner malito con la falta que nos hace.

- Lo sé Ravelo, hijo mustio. Plánchame la toga, las bermudas, ponme un Nik limón y endósalo como gasto oficial que estoy rumiando una compleja sentencia.

- Debería ser más jurisprudente, insisto, y tomarse unos días de asueto en Madrid: arrepollinarse en su tribuna. Sestear, aprender barbilla, descubrirse un forúnculo, hacer el mirlo en el palo de la bandera...

- Ya, pero en flotador despacho mejor.

- Más parranderos como usted y España no sería este cachondeo, milorrrd.

- Ravelo, por mal pago que esté no se abandona un buque: Hay que hundirlo bien al fondo como Dios manda. No me enrales más y tráete un Clipper. De fresa.