Para los que todavía no lo saben o no están dentro de "La Conversación", los sondeos mundiales de opinión de Gallup lo dejan bien a las claras: el mayor problema que afrontan las personas es el de su empleo y su mayor deseo es "un buen empleo". Pueden ser periodistas o arquitectos, licenciados o ingenieros, con o sin MBA, del sector farmacéutico o del editorial, recién egresados o con dilatada trayectoria. Puede incluso que todavía tengan un puesto de trabajo (¿seguro?) o ya hayan agotado su expectativa de tenerlo. Más allá de la crisis originariamente financiera transmutada en soberana y vuelta a empezar, todas las profesiones conocidas y sus titulaciones formales, afrontan global y localmente una crisis ("la larga y difícil descripción que separa dos formas provisionales del mundo") de empleabilidad ("las posibilidades de insertarse en mercados laborales en continuo cambio"). Empresas y profesionales, en la era poscrisis, ya no serán más de lo mismo.

Un buen número de los puestos de trabajo de antes de la crisis no volverán y los perfiles profesionales para cubrir los nuevos, adquieren una naturaleza distinta con los cambios tecnológicos y sociales en curso. La digitalización masiva, la difusión del ancho de banda y las redes móviles, la información en la nube y el internet de los objetos, son solo la avanzadilla de nuevas oleadas de reorganización, relocalización y recomposición de las tareas de los profesionales. Después de las crisis laborales de mono azul, estamos inmersos en las de cuello blanco y empiezan las de polo negro o colorido.

Estamos asistiendo a una transformación profunda de donde y como vivimos, trabajamos, consumimos y nos organizamos. Primero fue la rápida obsolescencia y consiguiente aceleración innovadora de productos y tecnologías, después de formatos de empresa o de modelos de negocio. Ya saben como esto ha ido afectando progresivamente a sectores enteros retados y desbaratados por los nuevos modelos disruptivos en la aviación, el turismo, la música, los libros, la prensa, la telefonía, los vídeos, el comercio, etc. Ahora se extiende una oleada de destrucción creativa que afecta a las carreras profesionales, con la emergencia de nuevas ofertas y más precisas demandas.

Los que pensaban que la transición a la economía-sociedad del conocimiento era un proceso inexorable sin grandes conflictos, subvaloraban su impacto en los contenidos de los empleos y los ámbitos profesionales, intensivos precisamente en conocimientos en transición.

"El gran desajuste" lo denomina la revista The Economist en su monográfico de Septiembre de 2011: en el nuevo mundo del trabajo coexisten altos niveles de desempleo con escasez en la oferta de personas cualificadas y con talento.

Los hechos en nuestro entorno ampliado son tozudos: un alto nivel de desempleo joven y de universitarios, un desempleo estructural de larga duración, unos sectores tradicionales estancados y sin perspectivas, unas empresas tradicionales que no crean empleo y unas nuevas empresas que se resisten a crearlo.

Las profesiones están dejando atrás unos modelos basados en un puesto de trabajo para toda la vida, una posición-status permanente, unas capacidades específicas fijas, un título-cualificación duradero, unos conocimientos estables, una trayectoria profesional usando el mismo tipo de habilidades y dominando unas tecnologías de cambios lentos. Por el contrario se extienden nuevos modelos basados en un abanico de trabajos-proyectos, a tiempo parcial o compartido, un portafolio de actividades, unas habilidades genéricas, un aprendizaje continuo de por vida, una renovada capacidad para buscar, encontrar y evaluar información, una trayectoria de múltiples carreras usando habilidades transferibles y una capacidad para absorber cambios rápidos en las tecnologías con un aprendizaje intuitivo.

El aumento de la empleabilidad de los profesionales, es una de las salidas del bucle de más ajustes, más recesión, más desempleo generalizado, hacia un nuevo tipo de crecimiento sostenible. Cada profesional empleable en el régimen que sea, como autónomo, por cuenta ajena o como emprendedor potencial, apalanca nuevas oportunidades de empleo de baja cualificación y puede contribuir a desacelerar la creciente exclusión de amplias franjas de la población.

¿Qué hay por el lado de las políticas de empleo? Las acciones sobre la formación de los profesionales son necesarias pero no son suficientes. En muchos casos coexiste una sobrecualifición nominal con un subempleo real. Las acciones de fomento y apoyo a la emprendeduría son en su mayoría generalistas, repetitivas, solapadas, desenfocadas y de bajo impacto en términos cualitativos y cuantitativos.

Se abren múltiples interrogantes, que requieren nuevas respuestas: ¿Se puede hacer algo distinto en segmentos de empleo específicos para probar-aprender-extender rápidamente a otros segmentos y aumentar la empleabilidad, ahí donde hay potencialidades reales y capacidades infrautilizadas? ¿Se puede además de hacer políticas macro, desarrollar acciones micro con efectos de apalancamiento? ¿Se pueden hacer acciones personalizadas, de bajo coste, alto compromiso, efecto demostrativo y con impacto generalizable?

Podríamos formularlo en términos de que la tarea por delante sería la de cambiar la prioridad de "Construir Carreteras (necesarias) a Re-construir Carreras (imprescindibles)".

En efecto, existe un alto número de personas con formación y/o con experiencia laboral en sectores estancados, que sencillamente no encuentran empleo o no se deciden a tomar riesgos de iniciativas profesionales, porque no tienen la orientación, el método y el apoyo para hacerlo.

Muchos de estos profesionales han "ido" a cursos de todo tipo (su CV esta "saturado"), han "echado" cientos de currículos (están desmotivados), han "oído" que tienen que emprender (no les atrae o no saben de qué va eso de ser empresarios) y siguen "esperando" que alguien les ofrezca un empleo basado en su trayectoria anterior y/o titulación adquirida. Algunos, desesperados, están ya dispuestos a aceptar lo que sea.

Las imprecaciones mandatorias a "emprender", "innovar", "reinventarse", cada vez más vacías de contenido y ejemplaridad, por parte de muchos de quienes las invocan, resulta que incluso no son para todo el mundo: no todos quieren/pueden convertirse en empresarios y lo de innovar exige salir de la propia zona de confort que el cálido entorno social y cultural ha cultivado durante largo tiempo. Uno no se re-inventa tirándose de los pelos ni viendo mitologías del Silicon Valley. (Re-Twitteado por un amigo: "Una ardilla podría cruzar España sin tocar la tierra, saltando entre eventos para emprendedores. Ahora bien, saltar no es emprender").

Más allá de la descripción macroeconómica de la crisis, a estos profesionales nadie les ha explicado algunas verdades incómodas, aunque muchos desafortunadamente las están experimentando en carne propia.

Estamos atravesando un"reseteo" de toda la economía y las empresas que sobreviven, están mutando. La mayoría de los puestos de trabajo y las profesiones de futuro están siendo inventados con trozos de las anteriores. Cada vez más los profesionales manejarán una cartera de proyectos con actividades vinculados a comunidades de interés mutuo y redes socio-económicas de proximidad y globales. Entre esperar o emigrar, tiene sentido explorar otras opciones profesionales. Ello exige tomar las riendas y asumir la responsabilidad y el compromiso sobre la gestión del cambio innovador en la propia carrera profesional a futuro.

Los profesionales en la transición ya no pueden confiar en "la vuelta de los negocios como siempre y en los empleos de antes". Es el momento de identificar nuevas oportunidades de cambio, de cuestionar y renovar los modelos personales de carrera profesional, revalorizando lo que saben. Es el momento de superar el abismo que se abre a sus pies y con coraje y los apoyos adecuados: re-emprender, ensayar y descubrir nuevos proyectos de carrera profesional.

En este "juego de las sillitas", cada vez hay menos cómodas sillas donde asentarse. Lynda Gratton, catedrática de Práctica Directiva de la London Business School lo explica de forma muy pedagógica: "Quien quiera un trabajo deberá inventarlo a su medida, no esperemos a que los gobiernos y las empresas nos resuelvan el futuro".