Quién iba a decir que fuera en cierta ocasión una niña la que distinguió claramente, sin saberlo, entre el arte y la prostitución de los artistas para hacerse hueco en el ámbito de lo mediático. Con otras palabras y aterrizando en la literatura, entre la obra literaria y el afán de ciertos escritores de convertirse en figuras oficiales de la sociedad literaria con la finalidad de alcanzar la fama. De esta niña habla Claudio Magris en uno de sus textos contenidos en el libro El infinito viajar. Cuenta que Biagio Marin le dijo una vez a una niña que él era poeta y esta le respondió con tono de chanza: "Los poetas están muertos".

Imagino a esa niña que pudiera haber escuchado o leído en la escuela algunos versos sencillos solo de poetas fallecidos e inocentemente pensara que no había poetas vivos. No obstante, con su respuesta me parece que dio en el blanco, pues la poesía, así como en general la literatura, revela su valía cuando queda solamente en manos de los lectores. Ajena a las mediaciones expeditivas y al ruido mediático, resplandece entonces libre y desinteresada, suntuosamente desentendida de los tejes y manejes que, en su nombre, se cuecen a sus espaldas.

No escasean los escritores que renuncian a su condición de pájaro solitario que sobrevuela con su canto las contingencias de nuestro mundo hostil y prefabricado. Son escritores que suelen pretender alcanzar la grandeza literaria a base de sacar musculatura y exhibirla a jornada intensiva en espacios diseñados para señorear. Dando al resto de su clan, no necesariamente literatos, de forma reiterada y empalagosa el tratamiento de señor, se ganan un lugar prominente en nuestra sociedad del espectáculo. Para ello adoptan ante las cámaras gravedad y mesura en el porte, la vestimenta y el trato. Amparados por las instituciones profesionales del principio de la realidad, no escuchan la voz de la niña -¡Los escritores están muertos!-, gemela de la otra de Claudio Magris. Un grito en defensa de los escritores auténticos cuya literatura se basta a sí misma para alcanzar el reinado.