Siempre se ha sabido que en política lo importante es sentar un precedente. De Gaulle no se cansó de repetirlo. Pero a los precedentes, como a los referéndum, los carga el diablo; son circunstancias que por lo general escapan de control y vuelan como un volador enrabonado.

La administración Obama, con la ayuda necesaria de Francia, Portugal, Italia y asimismo, con sus singularidades inherentes, España, que intentó incluso la treta de la diplomacia berlanguiana del ¿me invita usted a un cafelito?, decidieron romper la convención internacional que declara inviolable el avión de un jefe de Estado. Así que en una loquinaria búsqueda del fugitivo ex empleado de la CIA Edward Snowden, que había dejado en ridículo a la Casa Blanca y a la poderosa y supersecreta NSA, decidieron impedir el regreso del Falcon Dassault de Evo Morales desde Moscú a La Paz (Bolivia) obligándolo a aterrizar en Viena para, allí, exigirle una inspección a bordo. El cierre de varios espacios aéreos le creó un serio problema al FAB 001 (siglas de Fuerza Aérea Boliviana), que se vio sin combustible para alcanzar un aeropuerto seguro en la ruta inicial. Tuvo, por lo tanto, que dar la vuelta y aterrizar en la capital austriaca. Durante unas desconcertantes 13 horas el avión oficial del presidente de Bolivia se vio retenido contra la voluntad del mandatario, que como es natural se negó a ser tratado como mentiroso, ya que reiteradamente afirmó que él no llevaba escondido ningún polizón.

Una vez recuperada la cordura en Washington, París, Roma y Madrid, aunque el ridículo de esta increíble metedura de pata no se lava con lejía ni con subterfugios de neolenguaje como pretende el ministro Margallo, el episodio ha dejado al menos las siguientes consecuencias:

-Los países europeos implicados han demostrado una falta preocupante de independencia y una actitud que se desliza por la que parece imparable tendencia a olvidar los requisitos de la política europea común en materia de acción exterior.

-El daño que se ha hecho a los intereses estratégicos de presente y de futuro de la Unión Europea en general, y de España en Latinoamérica en particular, son incalculables. Un presidente en ejercicio de su cargo ha manifestado, y no es ninguna exageración gratuita, que se ha sentido secuestrado. ¿Cómo se puede hablar de amistad? Todo eso sonará a hueca palabrería a partir de ahora si no hay gestos convincentes. García Margallo dice, con evidente y altiva frivolidad, que si alguien se ha sentido ofendido por un malentendido él está dispuesto a pedir disculpas. Es otra ofensa según los cánones que rigen las relaciones internacionales: a un jefe de Estado le pide disculpas otro jefe de Estado. La rebaja del rango del interlocutor es inadmisible por la parte ofendida. Es como remachar el clavo.

-Establecido el precedente de interrumpir la libertad de vuelo de un avión de Estado de un Estado internacionalmente reconocido, esta circunstancia plantea algunas posibles derivadas:

-El resto de presidentes latinoamericanos que tienen conflictos con EE UU o contenciosos de diverso tipo con otros países europeos, como España, ¿pueden sentirse seguros de su inviolabilidad en sus viajes a Europa?, ¿o tienen motivos para temer un trato como el dado a Evo Morales?

-Por otra parte, hay que preguntarse si los dirigentes de Francia, Italia, Portugal o España podrían ser considerados de forma equivalente por Bolivia y los países que se sientan solidarios con esa nación hermana, en justa correspondencia al apoyo de facto de España, Italia, Francia y Portugal al llamado de EE UU.

No es ninguna situación im-probable. De hecho, varios políticos suramericanos han emplea-do este ejemplo para demostrar la enormidad del error que se co-metió con el acoso aéreo que sufrió el mandatario del eje bolivariano. Lo han hecho como pregunta retórica; pero la retórica es el primer escalón de la advertencia.

A todas estas ¿dónde y hasta cuándo está Snowden? La gestión del conflicto por los estrategas de Washington ha convertido lo principal, la noticia del espionaje de la NSA a ciudadanos norteamericanos y europeos de forma indiscriminada, en accesorio, tapándolo con la búsqueda del filtrador. Siendo cierto que Snowden violó la ley norteamericana de secretos también lo es que el Gobierno USA transgredía su propia Constitución y violentaba la necesaria confianza entre los socios de la OTAN y sus tratados multilaterales y bilaterales. El principio de que los servicios de inteligencia están para recabar información confidencial no impide que se observen formalmente ciertas normas elementales.

Lo que ha sucedido tiene todas las trazas de ser un señuelo calculado, que quizás haya aprovechado Snowden. Los botes de humo pueden beneficiar a los fugitivos.