Todos creemos que cuando compramos un objeto, si lo tratamos de forma adecuada y hacemos el mantenimiento correcto del mismo, nos durará muchísimo tiempo, salvo por una caída accidental o deterioro lógico por el uso. Hace tiempo tuve la oportunidad de ver un documental, sobre la importancia de la "obsolescencia programada" que se aplica a innumerables objetos y aparatos cotidianos, por no decir a todos los bienes de consumo que empleamos los habitantes de este planeta y cuál fue mi sorpresa al averiguar, que la mayoría de los artículos que utilizamos, tienen una caducidad programada y medida que viene ya marcada por los fabricantes mediante un sinfín de mecanismos, chips que hacen que una impresora deje de funcionar cuando se alcance el número de copias máximo asignado por el constructor, a pesar de estar en perfectas condiciones, cámaras de fotos digitales que tienen definidos un número máximo de disparos según modelos y marcas, lámparas con duraciones máximas de horas fijadas por la propia fábrica, tejidos para ropa con una calidad inferior para que dure solo una temporada, y un largo etcétera que nos quedaríamos asombrados de la realidad de aplicación de ese término que nos puede parecer tan extraño como es la "obsolescencia programada".

Está claro que esa obsolescencia programada hace que funcionemos bajo la máxima "comprar- tirar- comprar", para que nuestro sistema productivo pueda seguir en movimiento, sin darnos cuenta que formamos parte de una cadena consumista, que las técnicas de marketing nos quieren hacer ver como una necesidad, para que todo fluya en el mismo sentido.

Nos crean necesidades superfluas para que sigamos manteniendo la máquina del consumo, los políticos y economistas insisten en que la única forma de salir de la crisis, es que hay que mejorar el sistema para que las clases medias vuelvan a consumir, y de esta forma, reactivar la economía, para hacer más de lo mismo, nos manejan a su antojo y nos conducen según sus necesidades. Generan las crisis cuando les interesa, y las prolongan hasta que los gobiernos ceden a sus pretensiones, todo ello, en perjuicio siempre de la mayoría silenciosa de la población.

Sería deseable que las personas responsables de elaborar las legislaciones educativas, dejaran de aplicar el concepto de la obsolescencia programada, puesto que ellos son conscientes de que todo lo que hacen para su aplicación, saben perfectamente que tendrá un tiempo finito a corto plazo, pues responde a un programa electoral determinado, siguiendo las mismas políticas que hacen las industrias de bienes de consumo cuando diseñan sus productos, no crean para que duren el tiempo necesario de ver los frutos, sino para que provoque en el consumidor la necesidad de adquisición de un nuevo producto, es decir elaborar otra ley en la siguiente legislatura, que tape el parche anterior según su programa electoral.

Qué triste pensar que nos consideren como consumidores de educación y que no entiendan que los principios de la educación se basan en el diálogo y el consenso y que su fin trasciende a nosotros mismos.

¿Acaso no estamos viendo el reflejo en la población de las consecuencias de políticas educativas equivocadas a lo largo de estos años, en donde nos encontramos a un grupo muy importante de alumnos, por no decir la mayoría, que estudian exclusivamente para aprobar y otros, los menos que estudian para aprender?

Nadie ha pensado cuando se habla de educación en nuestro país, que realmente el problema no está exclusivamente en los alumnos, nos quejamos porque no les gusta estudiar, que a partir de una edad determinada, no quieren ir al colegio, cada vez les gusta menos leer libros, quizás deberíamos poner en tela de juicio todo el sistema educativo. Sir Ken Robinson, educador, escritor y Doctor por la Universidad de Londres dice: "El sistema educativo actual fue diseñado, concebido y estructurado para una era diferente. Fue concebido en la cultura intelectual de la Ilustración y en las circunstancias económicas de la Revolución Industrial de mediados del siglo XIX". Decía una compañera de trabajo, que si un profesor del siglo XIX se levantara de la tumba, estaría en su salsa, pues la metodología con matices, apenas había cambiado desde entonces.

Seth Godin, empresario americano y uno de los teóricos de marketing más importantes del siglo XXI, en la misma línea que Sir Ken Robinson, se pregunta ¿para qué sirve el Colegio en la actualidad? ¿Está respondiendo el colegio a las nuevas exigencias de la sociedad? Godin explica que la escuela actual "enseña obediencia" y que "somos productos de la era industrial". Señala que el sistema educativo se forjó durante el siglo XIX, con lo cual "la intención no era capacitar a los alumnos del mañana, sino entrenar a la gente para que trabajara en fábricas". Afirma que lo que enseña el colegio es a "a comportarse, a ser sumiso y a encajar, a crear gente intercambiable, para convertirlos, a su vez, en consumidores".

Creo que la forma de empezar a cambiar el sistema está en la base y esa es la Universidad, donde se forma a los profesionales de la docencia. La universidad española está sufriendo muchos cambios a raíz de la implantación del Plan Bolonia en estos últimos años, pero el reflejo de esta transformación tendrá que manifestarse en las futuras generaciones que formen a nuestros alumnos, estos docentes universitarios ya tendrán que estar trabajando desde ahora en los nuevos métodos de enseñanza que se están exigiendo en los niveles no universitarios, y estudiando la forma de mejorar los rendimientos en todas las carreras para llegar a la excelencia en la educación. Deberían de haber materias específicas en las carreras, para aquellos alumnos universitarios que quieran dedicarse a la docencia en los niveles de secundaria, no esperar como ocurre hoy en día, a que terminen su grado y tengan que hacer un Máster específico (lo que antes era el CAP) para poder impartir clases, por lo que se debería diseñar un nuevo sistema de enseñanza en la universidad, para que esos futuros profesores sean los que apliquen de forma correcta las nuevas exigencias que nos están imponiendo desde Europa.

Los docentes de niveles no universitarios que estudiaron sus carreras con unas metodologías distintas a las exigidas, hoy están al pie del cañón dando lo máximo, día a día con los alumnos, permanentemente reciclándose para aplicar lo que le marcan las exigencias del BOE/BOC, siempre "a verlas venir" con el partido político que toque en la legislatura. Pero es que estos políticos ¿no se quieren dar cuenta, que estamos hablando de formar a personas, que educar no es hacer botellas de cristal en una fábrica, y que tenemos también entre todos la responsabilidad de educar a la juventud que dirigirá las riendas de España en el futuro?

Todos somos conscientes de que nuestra permanencia física en la tierra es limitada en el tiempo, pero que nuestro sello cultural permanece en la sociedad a lo largo de generaciones, y ¿en qué consiste ese sello cultural?, pues en la transmisión de valores, conocimientos, formas de pensar y actuar, procedimientos y cómo no, en tener herramientas para planificar el futuro, con una meta muy clara que es alcanzar la felicidad. Concluyo con una frase de Immanuel Kant que sintetiza todo y dice: "El hombre no es más que lo que la educación hace de él".