Recuerdo cuando Jesús Ángel Cintora fue despedido de la cadena SER. Todo empezó con la sustitución de Augusto Delkader por Javier Pons como consejero delegado de Prisa Radio. Desde la cúpula de la empresa se inició una operación para desgajar a un grupo de directivos y periodistas vinculados a Alfredo Pérez Rubalcaba y a José Blanco, que culminó con varias recolocaciones y los despidos, entre otros, de Gonzalo Cortizo, jefe de Nacional, y de Jesús Ángel Cintora, quien había sido el presentador de los fines de semana y en ese momento lo era en el horario matinal. En esos años, digamos entre 2006 y 2011, la SER alcanzó las mayores cotas de seguidismo gubernamental. Delante del micrófono Cintora se portaba como un trepidante escudero. Los años (y el éxito embriagador de las estrellas fugaces) acrecentaron la soberbia y densificaron la mala baba.

Posteriormente Cintora inició un largo peregrinaje como tertuliano. En marzo de 2014 los programadores de Cuatro llegan a una conclusión apetitosa que avala su magnífico olfato para la audiencia: los ciudadanos están muy hartos de las asquerosas trapacerías del poder en una crisis económica y social que parece diseñada para practicar el latrocinio y legitimar el sufrimiento colectivo. Los brillantes resultados de Podemos en las elecciones europeas representan un termómetro inequívoco del agrio malestar ciudadano y, correlativamente, de la resurrección del interés por la política. Se trataba de un amplio target cuya explotación comercial era muy prometedora y que no podía ni debía dejarse en manos de La Sexta. Se forja entonces una curiosa sinergia entre los dirigentes de Podemos y la poderosa productora Mediaset: los primeros ejercerán como proyecto político emergente y guionistas de facto; la segunda pondrá la difusión y se llevará la publicidad; ambos, en definitiva, compartirán audiencia. El encargado de dirigir el tinglado será Jesús Ángel Cintora quien, por supuesto, tratará con mayor atención, cariño y comprensión a los contertulios de Podemos, tal y como cabe esperar de un socio responsable.

Ahora Cintora es despedido de Las Mañanas de Cuatro e insólitamente se transforma en un mártir de la libertad de expresión. Es impresionante lo que ocurre en este país. No basta con la ley Mordaza, las sinvergüencerías de la consultoría del ministro de Hacienda o los autos judiciales del magistrado Pablo Ruz sobre la financiación ilegal del PP. No basta con ver de nuevo a Esperanza Aguirre como candidata prometiendo honradez y transparencia. También hay que encolerizarse porque Cintora haya sido despedido. Me parece demasiado agotador. Hasta la indignación debe ser más selectiva.