La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un hombre amigo de todos

Tejeda. Luis Quintín González Hernández, sacerdote, falleció el 13 de agosto de 2015 a los 86 años de edad. Nace en el seno de una familia humilde y profundamente religiosa, vinculada a la vida eclesiástica, en la parroquia Ntra. Sra. del Socorro de Tejeda.

Su temprana vocación, y su inquietud por la vida religiosa lo condujeron tempranamente a ingresar en el seminario. Con sólo 15 años, y bajo la tutela de D. Ángel Suárez, coadjutor de la parroquia de Tejeda se inscribe de seminarista sin que su madre tuviera conocimiento. Su progenitora se percata al verlo vestido con las ropas de los Domingos un día de entre semana. Por aquel entonces, dada las condiciones de humildad de su familia, el venerable D. Antonio Mayor y Mayor y su homónimo D. José Rodríguez Vega, sufragan todos los gastos hasta que se ordena como sacerdote en 1955. Celebra su primera misa en la ciudad de Gáldar, bajo la mirada del obispo, ya fallecido, monseñor Pildain y Zapiain. Eligiendo el 25 de julio de ese mismo año, como día para celebrar su primera eucaristía en solitario, compartiéndola con la feligresía de Nuestra Señora del Socorro. Esta era su gran ilusión y su gran devoción.

Lomo Magullo. Su primer destino fue como coadjutor en la Iglesia de Lomo Magullo, en la ciudad de Telde. De aquella época, varios vecinos recuerdan como colaboró enérgicamente en la compra de la imagen de Santa Rita, para la parroquia de Ojos de Garza. Dicha efigie actualmente cuenta con gran devoción entre la población sureña de la isla de Gran Canaria. En 1959, y durante un año tuvo, la ocasión de ejercer como coadjutor en su pueblo natal. De aquella estancia, él contaba lo que sigue: "eran recios tiempos, duros? iba a lomo de bestias a los barrios a dar la comunión. Fueron años muy duros"

Mogán. Igual dificultad encontró en Mogán, su siguiente destino. Lugar dónde permaneció al frente de la parroquia de San Antonio de Padua desde 1960 hasta 1979. Ejerciendo jurisdicción eclesiástica en barrios tan alejados como Barranquillo Andrés y Soria. En esos años restauró el templo viéndose obligado a llamar a su hermano, D Juan González, ya fallecido, para que colaborara en las labores de restauración del edificio. Siempre le preocupó la conservación del patrimonio, fuera de la índole que fuera. Prueba de ello, es que encontró en estado de abandono dos óleos sobre lienzo de incalculable valor, procedentes de La Habana. Las pinturas halladas fueron restauradas y representan a los próceres de la parroquia de San Antonio de Mogán: Don Matías Sarmiento y su esposa Doña Micaela Coto. Estas obras ocupan un lugar de honor en dicha parroquia y atribuidas al pintor cubano, Vicente Escobar.

Teror. En su peregrinar eclesiástico, su siguiente plaza es en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Arbejales, Teror. Durante su corte estancia ideó unos railes para poder bajar la imagen del patrono de su camerino, logrando por primera vez que la imagen recorriera las calles del barrio en procesión. Hasta ese momento se aconsejaba no mover la imagen, dado al temor de los parroquianos a que se fragmentada, dado que su peso superaba los 147 Kg.

San Bartolomé de Tirajana. Con igual espíritu de entrega, llega en 1981 a Santiago de Tunte, lugar dónde desarrollo una ingente labor en la restauración del templo, además de promover la construcción de las ermitas de Risco Blanco y de Taidía.

Su última etapa lo trajo, sin pedirlo, a su pueblo natal. Creemos que fuera un regalo de la Iglesia para él. Llegó a Tejeda en 1997, tenía por delante el duro trabajo de la administración de una parroquia si apenas recursos, y con barrios muy alejados entre sí. A pesar de ello, Don Luis "El Cura" como lo conocemos todos, asume este reto con una edad septuagenaria. Este hombre de baja estatura, demostró como nadie su valía, empeñó todas sus energías en cumplir sus sueños. Para ello, no dudo y supo hábilmente "empujar a todo un pueblo". Buscó la complicidad de todos sus feligreses, quienes interactuaban satisfactoriamente. Consiguiendo, en poco tiempo, poner en explotación la finca parroquial del Curato, unas mejoras en la rehabilitación y acceso internos al Cementerio Parroquial. Su fuerza y coraje le llevó a ser el promotor y adquisidor de los espectaculares retablos de estilo neoclásico que actualmente se pueden ver en el altar mayor, la nave de la Epístola y la del Evangelio, de la Parroquia de Nuestra. Señora la Virgen del Socorro. Asimismo, rehabilitó toda la techumbre del templo y todo ello, sin olvidar ni dejar de lado sus aportaciones a obras sociales.

Con su partida no sólo se va el sacerdote, se va el Padre, el Hermano, el Amigo, el Conciliador. Se va un hombre que deja tras de sí una estela de gratos recuerdos, anécdotas y grandes amigos y amigas. Cierto es, que él hablaba muchas veces de sus renuncias, de los sacrificios que había realizado a lo largo de su vida y de sus temores.

Hoy, sobremanera, sus obras lo acreditan. Pero nos es grato recordarlo por su dimensión humana, por un hombre sencillo, campechano, amigo de todos. A quien se podía ver como uno más, en cualquier tarde de tertulia, discutiendo de política, de fútbol, de cultura, o de cómo educar a los hijos, y siempre presumiendo de la belleza del paisaje de Tejeda.

Podemos, resumir el final de su vida con palabras del papa Francisco, Jesús ha resucitado, hay la esperanza para ti, ya no está bajo el dominio del peca- do, del mal. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia, la misericordia de Dios siempre vence.

Coincidiremos todos, en que si hay un cielo inmortal, allí, ya está instalado y gozando de la gloria eterna nuestro memorable y venerado párroco, Don Luis González Hernández.

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