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Manolo González, en el paisaje de Artenara

Escribir sobre Manolo González implica el compromiso de hablar de un creador. Y esta es una palabra seria y trascendente. No obstante, me arriesgo a trazar su retrato en tres dimensiones: su personalidad; su creación artística y su vertiente social. El escultor se caracteriza por ser una persona en constante crecimiento. Vemos al Manolo niño, nacido en el barrio capitalino de Triana, que tiene el afán de superarse y de buscar una identidad. La empieza a descubrir primero en el estudio y luego en el ámbito deportivo. Pero, más allá de estos titubeos iniciales, va surgiendo un deseo que le supera que es la sensibilidad de trascender el mundo que le rodea, de dar sentido a sus sentimientos y emociones. Así, con una indeclinable disciplina de autodidacta, se va configurando como un escultor de referencia en nuestra Isla y fuera de ella. No quiero dejar de mencionar el galardón "Medalla de Plata Lorenzo el Magnífico" que le fue otorgado en Florencia, el "Can de Plata" del Cabildo de Gran Canaria o su pertenencia como miembro a la Academia Canaria de San Miguel Arcángel.

Así surge y se consolida su vocación artística. En este caso hablamos de la figura del creador, que a nuestro entender es la persona con la capacidad de gestar y partir de símbolos, el echar a volar imágenes, el crear y recrear espacios de fábula y a la vez sentirse dueño de un mundo propio que quiere comunicar a otras personas. Eso le permite desvelar y hacer germinar la riqueza interior tan profunda, como solamente lo puede hacer aquel que se aventura a adentrarse en el juego de lo imaginario.

Tengo la suerte de compartir espacios físicos con nuestro escultor. Coincidimos tanto en el barrio capitalino, donde ambos vivimos, como en el agreste paisaje de Artenara. Su taller de trabajo se halla a un tiro de piedra de nuestros respectivos domicilios. Por eso, cuando con mucha frecuencia me tropiezo con Manolo en las travesías urbanas, no es el rutinario encuentro de dos vecinos, sino que se me presenta ante la mirada la persona del creador que cada mañana se dirige a su taller con los sueños que ocupan su talento. Crear es soñar, pero también es sufrir y luchar con las ficciones y con las múltiples posibilidades de hacer una obra de la nada. Nuestro escultor, al que vemos con una apariencia de sosiego, se halla poseído de una lucha interior con la inspiración, con la materia y con la obra figurada que se le ha representado en su mente y que trata de que salga al mundo de la manera que ha ideado. Es como si se tratase de la mujer gestante que ambiciona una criatura excelente.

Detrás de estas dos pinceladas sobre Manolo González, se halla el hombre que no se encuentra encerrado en sí mismo sino que tiene la cualidad innata de ofrecer una dimensión social que se manifiesta en su vida cívica y, sobre todo, en el cultivo de la amistad y en la sencillez y transparencia en el trato. Así ha ido sembrando relaciones en muchos ámbitos sociales, como si fueran círculos concéntricos que van de lo local a lo universal. Es el hombre de mirada amplia que se expande sobre todo en tres espacios simbólicos: el pueblo de Artenara, la isla de Gran Canaria y la ciudad de Florencia. De esta manera hay que definir a Manolo como un personaje cosmopolita. Artenara es su cobijo de la casa cueva en Las Arvejas, la inspiración del cielo y de los paisajes, la expresión de la amistad cercana, con nombres y apellidos que ha ido aquilatando en sus más de veinte años que está vinculado a este pueblo cumbrero. Por otra parte, la Isla para nuestro escultor. y este año pregonero de La Cuevita. es una certeza de mar y de cielo, de volcanes y de pasiones, de optimismo vital y de tiempo que, como arena entre las manos, se escapa de manera inexorable. Y la ciudad italiana de Florencia, donde pasa temporadas de estudio y de trabajo, le ofrece a Manolo la dimensión del arte y de la Historia en sus preclaras esencias humanas ancladas en la mejor filosofía estética.

Por todo ello, quiero testimoniar que el pueblo de Artenara se halla congratulado por tener entre sus vecinos en la honorable condición de Hijo Adoptivo, practicante en su existencia vital, a esta personalidad que es, sobre todo, un creador de la amistad.

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