Se sabe que la antigua Grecia inventó la democracia. Fue cuando la batalla de Maratón, hace 2.505 años, y nunca funcionó demasiado bien para ellos. Pero se extendió y -digamos-perfeccionó a lo largo de la Historia hasta hoy, cuando -mal que bien- funciona en USA, en países de Europa, en Israel, en la India, en Japón, y en muchos de Latinoamérica. Sin llegar a decir humorísticamente, como Borges, que la democracia es un abuso de la estadística, coincido más con Churchill que consideraba al invento griego como un sistema muy malo, pero el menos malo dentro de los que había.
Hoy en día, la Grecia actual, aunque muy diversa de la original, otra vez nos da una lección de democracia.
El reciente ataque político -hecho con armas económicas- de la troika de Merkel y Schäulbe contra Tsipras y Syriza, la izquierda griega en el poder, fue demoledor, una verdadera blitzkrieg ayudada de water-boarding con los bancos. Tsipras tuvo que rendirse y decirle a su gente: "Si queréis Europa y el euro, esto es lo que hay".
Contra lo esperado por sus enemigos políticos en el Eurogrupo, Tsipras no perdió popularidad, la mantiene y/o aumenta (más del 60% según Kapa Research). En un claro signo de madurez política el pueblo griego sigue apoyando a Tsipras. Y es toda una lección.
Ahora Tsipras renuncia y convoca a elecciones, aduciendo con toda razón que su gobierno ya no es representativo. Lo hace deprisa, Tsipras nunca pierde la iniciativa, es un animal político de primer nivel.
Comenta el Guardian (The Guardian view on Alexis Tsipras, a resignation that rolls the dice, Guardian. 23 de agosto): "Cuando dijo no a la austeridad, encarnó el ansia griega de desafiar a Europa, y cuando dijo sí a la austeridad representó el deseo griego de permanecer en Europa".
¿Seguirá Tsipras en el juego? ¿Volverá a ganar? La respuesta es probablemente sí a ambas preguntas. Pero, como siempre, el tema griego termina en preguntas sin respuestas claras... aún.
