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Opinión

¡Felices 91, don Pascual!

LA radio fue durante mucho tiempo, hasta la llegada de la televisión, un medio que popularizó voces y llegó a hacer de uso común expresiones de sus locutores. Recordamos a Bobby Deglané cuando, después de preguntar a una concursante telefónica, si era señora o señorita, y contestar ésta que "señorita", decía "¡porque usted lo quiere!"; el "otear el horizonte", de Matías Prats; o el "porque mañana será otro día", de Mauricio Gómez Leal tras su "Meridiano de la Plaza de España".... Pascual Calabuig patentizó el "¡pues no faltaba más!", con que finalizaba sus comentarios.

Pascual Calabuig cumple hoy jueves 91 años de edad, una vida que se inició el miércoles 15 de Octubre de 1924 cuando nació muy cerca de la Playa de Levante, en el importante barrio de El Grau de la histórica zona del puerto de Valencia que diera nombre al entonces Levante F.C., que al fusionarse con el Gimnástico en 1939 surgió el actual Levante U. D., uno de sus dos equipos del alma -el otro, al que vio nacer en 1949, es el Unión Deportiva Las Palmas, al que ama con alma, corazón y vida y del que posee con todos merecimientos la insignia de oro y brillantes-. Nada que pensar entonces en que un buen día, Pascual apareciera por Gran Canaria con sus tiernos 19 años a cumplir el servicio militar en la Comandancia de Marina, donde quedó luego a trabajar en la isla como funcionario de la Armada y comenzó a hacerse popular, primero escribiendo artículos y crónicas en los semanarios "Palestra" y "Canarias Deportiva" y, más tarde, sorprendiendo a todos con su voz a través de E.A. J. 50 Radio Las Palmas desde los estudios de la calle Viera y Clavijo, primero, y Triana esquina Pilarillo Seco, después, hasta pasar en 1954 a Radio Atlántico, desde los estudios del edificio de la CNS en la calle Buenos Aires.

Al incorporarse Pascual Calabuig al periodismo de las ondas un fenómeno sociológico ocurrió en Gran Canaria: todos los días, a las 21.15, después del "Parte" de Radio Nacional y seguido al anuncio de "Okal", la gente de ciudades, pueblos, pagos y barrios de todas las Islas y posesiones españolas en África Occidental, sintonizaban sus receptores para oír a Pascual. Al "señó Calangüí", como años más tarde le decía cariñosamente el "mago" cuya voz encarnaba de manera magistral Armando del Río, que todos los miércoles bajaba de las cumbres hasta Radio Atlántico para hacer sus pronósticos futbolísticos. Desde las riberas del Turia el querido compañero periodista trajo la imaginación soñadora y el temperamento mediterráneo de la tierra que había amamantado su infancia. Desde aquellos cautivadores inicios, la labor de Calabuig fue una serie ininterrumpida y progresiva de triunfos profesionales. Cultivó todas las facetas. Desde el periodismo escrito, en "Canarias Deportiva", hasta el periodismo televisivo, que compatibilizaba con el periodismo radiofónico, en una polifacética actividad donde, además de la del deporte, también abarcó otras secciones -magistral la retransmisión que, junto con Ignacio de la Mota, realizó en 1954 de la bajada de la Virgen del Pino desde Teror; e incluso, años más tarde, la transmisión en directo de una regata de Vela Latina desde alta mar, en el trayecto Túnel de la Mara Fea-Alcaravaneras. La isla, "su isla", con sus bellezas y tradiciones, le sedujo y cautivó por completo. Halló en la bellísima galdárica Carmen Miranda Auyanet a la esposa, que le proporcionó cinco hijos y formó una ejemplarísima familia que es el mayor tesoro de Pascual, su fuente inspiradora y su absorbente afán.

De singular estilo. Palabra diáfana, amena, atractiva y atrayente. Efusivo siempre en todo lo que ama y siente el isleño hacia lo más representativo del deporte: U.D. Las Palmas, lucha canaria, vela latina, baloncesto, boxeo, hockey sobre patines... En el plano deportivo de la radiodifusión canaria nadie ha superado, ni siquiera igualado, hasta ahora a Pascual Calabuig en la frase aguda o intencionada, en la rapidez y gracia de la réplica. En su objetividad, Pascual exponía comentarios con sabor cáustico e irónica agresividad que, en momentos, recordaba al propio Valle Inclán. Pero, al instante, cerrado el micrófono y salido del estudio, se tornaba cordial y efusivo. Por eso todos en Gran Canaria y en Canarias lo queremos y admiramos -¡a qué esperar más a que se le conceda el título de hijo adoptivo de Gran Canaria y de Gáldar!-. Entre sus innumerables virtudes destacan la constancia y la fidelidad en los afectos. ¡Felices 91, Don Pascual! Que usted cumpla muchos más y llegue hasta el siglo. Que llegará?¡Pues no faltaba más!

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