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Cartas a Gregorio

Las edades del amor

Querido amigo, parece evidente que no es lo mismo hablar del amor a los veinticinco años que a los sesenta y cinco, y no solamente por imperativos de la edad. Los miedos de la juventud tienen también su correspondencia en la edad madura, aunque no por las mismas razones, y así, cuando eres joven, te suele atenazar la inexperiencia, pero es la experiencia de otras situaciones la que despierta tus temores cuando eres mayor.

Ya entrados en años, muchas veces tenemos que afrontar decisiones delicadas, por lo que, si mantienes el corazón joven, los conocimientos acumulados multiplican la posibilidad de tus relaciones, pero es entonces cuando te cuestionas la conveniencia de una amistad frugal que, en la mayoría de los casos, solo produce desasosiego.

Pero es que estamos viviendo un tiempo completamente nuevo donde, según las estadísticas, la esperanza de vida llega hasta los noventa años o más, aunque las capacidades físicas puedan no ser las mismas. Por eso mi primo Manolo dice que "no le parece justo que te quiten la fuerza y te dejen las ganas..."

Le preguntaba un nieto a su abuelo: "Viejo, ¿cómo se lleva la sexualidad a tu edad? Y el abuelo le contestó: "Igual que cuando era joven". Incrédulo el muchacho le dijo que no se lo podía creer. Pero el abuelo replicó: "Sí, jovenzuelo, tanto tú como yo queremos pero no podemos..."

Una vez al mes me reúno con un grupo de amigos. Nos hacemos llamar "Los aprendices de Caruso" porque todos somos aficionados al bel canto y algunos hasta son verdaderos profesionales de la interpretación. La mayoría estamos entre los setenta y los ochenta y cinco años, ahí es nada, pero todos contamos con un ánimo y unas ganas de vivir, que ya quisieran para sí los más jovencitos.

Pero tampoco es algo inusual porque, los primeros miércoles de mes, nos reunimos a comer una treintena de veteranos de Iberia que estamos ya jubilados y, por otra parte, casi todos los jueves improvisamos un almuerzo-cena con otro grupo... la cuestión es no parar la pata.

Creo, Gregorio, que a partir de los cincuenta, la edad debería ir contándose cada dos años por lo menos, porque no parece normal ver a una persona de setenta años emparejada con una de treinta y cinco. Los jóvenes de hoy son mucho más maduros que los de hace años, pero también los mayores de hoy somos bastante más "juveniles" que los de antes.

Al final, todo es una cuestión mental, pero eso es precisamente lo que nos hace ser más jóvenes o más viejos: la mentalización. No importa los años que cumplas mientras mantengas el interés, la curiosidad y el entusiasmo por lo que haces. Así que lo mejor es seguir enamorado de la vida y de todo lo que ella conlleve hasta la misma víspera.

Un abrazo, viejo, y hasta el martes que viene.

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