Un helicóptero Super Puma del 802 Escuadrón del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) del Ejército del Aire cayó el jueves por la tarde en aguas del Atlántico a 280 millas del aeropuerto de Gando, donde tenía su base el aparato, y a donde regresaba, con tres tripulantes a bordo, después de dos semanas en una misión de colaboración militar en Senegal. Desde que a media tarde del jueves se perdió el contacto con la aeronave, el capitán José Morales, el teniente Saúl López Quesada y el sargento Jhonander Ojeda, están desaparecidos. El accidente -el segundo del mismo modelo de helicóptero en menos de dos años- obliga a investigar en detalle las causas y a la vez a repasar la gestión pública e informativa del suceso tanto a los medios de comunicación como a los responsables del Ministerio de Defensa y el Gobierno de España. Sobre todo por las desastrosas y equivocadas versiones que propiciaron que durante casi un día se informara de que a los tres militares se les había rescatado y estaban vivos.

La angustia y preocupación de las familias de las tres víctimas -una de ellas canaria, Jhonander Ojeda, natural de Telde, y los otros dos mandos con vinculaciones laborales y lazos familiares con las Islas- que pasaron en unas horas de recibir una esperanzadora noticia -el rescate de los tripulantes- a la pesadumbre, dolor y abatimiento por la incertidumbre ante la falta de información fiable lleva a tratar con la máxima sensibilidad, respeto y consideración el accidente, y sus causas, pero sin renunciar a aclarar la confusión pública ocasionada, pedir disculpas por la concatenación de errores cometidos, y, en última instancia, identificar a los responsables políticos de la desastrosa información oficial facilitada tras caer al mar el Super Puma del SAR.

Tras conocerse el accidente y después de horas pendientes del estado de los tres tripulantes del helicópteros, con informaciones confusas y contradictorias, con portavoces oficiosos y oficiales informando de que la tripulación estaba a salvo -se llegó a comentar que fueron vistos por un F-18 que sobrevolaba la zona o que viajaban a bordo de un pesquero- el twitter oficial del Ejército del Aire informaba a medianoche del jueves de que los tres militares habían sobrevivido al accidente y viajaban en dirección a Dakhla en una patrullera.

El mensaje fue retuiteado por el Ministerio de Defensa y se agradecía al Gobierno de Marruecos la colaboración prestada en las labores de rescate. Las dos principales agencias de información españolas difundieron de inmediato la noticia dando por hecho, según Defensa, que los tres tripulantes habían sido localizados con vida. El ministro, se informaba, se había puesto en contacto con el presidente del Gobierno, para darle la buena noticia, a la vez que Rajoy llamaba poco después a su homólogo marroquí para agradecerle la ayuda prestada.

Así salió este periódico el viernes, en su edición impresa y digital, informando de que los tres militares habían sido rescatados. Igual que el resto de cabeceras. La misma versión que estaban difundiendo las radios y televisiones. La noticia, por desgracia, no era cierta. A primera hora del viernes, más de 18 horas después del siniestro, una fuente del Ministerio de Defensa confirmaba a este periódico que los militares estaban desaparecidos. Pese a la exclusiva, adelantada en la edición digital de LA PROVINCIA, Defensa mantuvo durante toda la mañana del viernes un apagón informativo. Se seguía, incomprensiblemente, dando por válida, y por lo tanto se mantenía, la versión oficial de que habían sido rescatados.

Ni una rectificación, ni una aclaración, ni una versión veraz, esclarecedora, sobre lo que estaba pasando. Una de las recomendaciones más básicas, tan obvia como sensata, para afrontar una crisis es difundir la verdad, o al menos no contribuir a propagar rumores, falsedades o mentiras. El nefasto comportamiento informativo del Ministerio de Defensa, que un día después del accidente aún mantenía, sin corregir o suprimir, el tuit sobre el rescate de los tres tripulantes puede tener una explicación, el miedo a rectificar o a reconocer una equivocación, pero lo que no tiene es una justificación. Bien diferente fue la actitud de la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, que a media mañana del viernes fue la primera responsable institucional en reconocer, oficial y públicamente, que, según los datos de los que disponía, los tres militares estaban desaparecidos.

A dos meses de las elecciones al Gobierno se le rompen las costuras informativas en el caso del accidente del helicóptero. El siniestro, en su gestión pública, se ha llevado de la peor manera posible, desinformando a la opinión pública, y sin, apenas, capacidad para reconducir desde el Ministerio de Defensa la gravedad de los hechos. Es comprensible que en los primeros momentos se produjera una confusión, propiciada por los nervios y la tensión en las labores de rescate, pero en una sociedad democrática es injustificable que se oculten datos o se difundan informaciones contradictorias que afectan a vidas humanas. Tras viajar el viernes por la noche el ministro de Defensa a Gran Canaria, Pedro Morenés atribuyó a Marruecos el error al dar por salvados a los desaparecidos. Una versión que se mantuvo durante un día, tiempo suficiente para que Defensa hubiese confirmado oficialmente, directamente, que los tres militares estaban a salvo. Se trataba de hablar con ellos o tener fotografías o vídeos del rescate, de tener una prueba directa de que estaban bien. Culpar ahora a otros de tus propios errores no solo es poco elegante. Es de irresponsables.

Para más adelante -la prioridad ahora es localizar los cuerpos de los tres militares desaparecidos- queda la investigación técnica sobre la capacidad, viabilidad, y resistencia de unos helicópteros con más de 30 años de servicio. Adquiridos en 1982 los Super Puma de la base de Gando han tenido en año y medio dos accidentes muy graves, con cuatro muertos y tres desaparecidos. Entre los planes inmediatos de Defensa está la renovación de los aparatos, pero aún no se han concretado ni los escuadrones ni las misiones en las que se emplearán. Es de esperar que los datos de la investigación sobre las causas del accidente del helicóptero caído al mar el jueves se difundan y precisen con más diligencia y claridad, menos secretismo y desinformación, que las labores de rescate de los tres militares desaparecidos. Un cuerpo militar tan apreciado y abnegado como el SAR Canarias, que lleva 70 años salvando vidas se merece un comportamiento ejemplar por parte de los máximos responsables del Ministerio de Defensa.